Por José Pascual Ortuño Redondo
E l término "NI-NI" es una expresión española que hace referencia al sector de la población que en la actualidad NI estudia NI trabaja, siendo la mayoría jóvenes. Equivale al acrónimo inglés NEET de la expresión «Not in Employment», «Education or Training» ( NI trabaja; NI estudia NI recibe formación). Hemos pasado de la generación JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados), a la generación «NI-NIS», aunque aquellos tenían la ventaja de su mayor formación.
Los principales detonantes de este problema son la falta de empleo, la deserción escolar y la baja calidad educativa. Aunque en apariencia son felices, falsa felicidad, han convertido el pan para hoy, en hambre para mañana. Son la antítesis de lo que es evolutivamente un joven, rebelde, vitalista, soñador, proyectado en el futuro. Tienen miedo a crecer, no quieren ser adultos, (complejo de Peter Pan).
Son ya uno de cada cinco jóvenes de entre 15 y 24 años, con una tasa del paro juvenil en España del 52″7 %, que en su mayoría empezaron a trabajar en el sector de la construcción y empresarial coincidiendo con el boom inmobiliario y que ahora al agravante de la crisis, se une la falta de preparación y no pueden recolocarse por falta de estudios o habilidades: nacieron al amparo de una época de bonanza.
Esa peligrosa deriva de los jóvenes que NI estudian NI trabajan, NI futuro, hijos de la herencia socialista culminada por Zapatero, que solo se preocuparon de ganar y malgastar dinero, sin importarle el futuro ni la formación. Estos jóvenes son un sector de la población que evidencia las secuelas devastadoras de la época de bonanza vivida, la «década prodigiosa» de consumismo y despilfarro a nivel económico; una situación forzada de ocio frustrante.
Las perspectivas no son muy halagüeñas. El aumento de esta población trae consigo graves consecuencias para la sociedad, ya que los NI-NIS se convierten en una población muy vulnerable; se fomenta la vagancia y el ocio, haciendo mucho más probable el consumo de sustancias tóxicas, que tarde o temprano termina en adicciones; son inmaduros, pseudoadolescentes tardíos, que no tienen esperanza en nada, ni proyectan su vida con un sentido vital ilusionante; tienen una sensación superficial de felicidad. El NI-NI español entra dentro de la categoría del «NI-NI desanimado», aquel que no busca empleo, porque cree que no lo encontrará.
"¿Alguien cree que saldremos de esta sin jóvenes creativos y con iniciativa?. No podemos permitirnos pérdidas de capital humano, para que se hagan un hueco donde más falta hacen", decía estos días el Príncipe Felipe. ¿Ha surgido una generación apática, indolente y consentida en múltiples vicios, como el hedonismo y el existencialismo vacuo, mecida en el confort familiar? Para ellos, aunque no solo para ellos, ha decidido el Gobierno abrir la puerta de las empresas para reinsertarlos a través de dos fórmulas de eficacia probada en países como Alemania y Austria: un contrato laboral de aprendizaje y formación, que ya figuraba en la reforma laboral pero que ahora se desarrolla, y la creación de la denominada Formación Profesional dual, que establece para los estudiantes un sistema de remuneración a través de becas financiadas básicamente por las empresas. (En Alemania crearon ya en 2003 los «minijobs», o miniempleos, pequeños empleos remunerados con un máximo de 450 euros mensuales, libres de impuestos y cotizaciones, frecuentes en algunos sectores como el comercio y la gastronomía).
Ambos proyectos se integran en un decreto aprobado por el Consejo de Ministros que pretende mejorar la empleabilidad de los jóvenes, un colectivo que está sufriendo con más dureza el azote del desempleo. No hay más que ver la cantidad de jóvenes que emigran, especialmente a Centroeuropa, en busca del trabajo que se les resiste en España. La picaresca dice que para los jóvenes licenciados hay tres salidas en España: por tierra, por mar o por aire. Pero no es un asunto para tomarlo a broma, pues esta circunstancia es preocupante para generaciones futuras y para la sociedad que ve como se esfuma el caudal de jóvenes.
Pero, ¿de quién es la culpa? ¿Del sistema, de la sociedad, de ellos? En una sociedad que se dice moderna y avanzada, una parte tan importante de su juventud, que NI estudie NI trabaje, NI busque trabajo, mientras en España se está desguazando el estado de bienestar.
Y Yecla no es ajena a esta situación, la pregunta clásica de nuestros padres y abuelos, "¿y tú, que vas a ser de mayor?", pierde fundamento. Aquello de ¿estudias o trabajas?, ya no se estila, está más «caduca» que los yogures de mi nevera… No, yo soy español, se oye ahora. La casta empresarial yeclana, esa que cambió el arado y la mula por una nave y un coche potente, la que cambió la innovación por el copiar, la exportación por el mercado nacional, ya que rentaba más, era menos costoso y hablaban español. Y el joven yecano, sí, ese que dejó sus estudios por mil euros al mes más horas extras, por supuesto en negro, y juerga los viernes y sábados; ese que no aprende oficio. ¿Y ahora qué hacemos? NI trabajo NI formación alguna. Menos mal que algunos jóvenes parecen que han recapacitado a tiempo: se nota en un mayor aumento en bachilleres nocturnos y en la Escuela de Adultos.
Pero no todo es exclusiva responsabilidad de estos jóvenes. Sus padres que dominan el hogar como «reinos de taifas», marcando los ritmos; esos que no han caído del burro y que sus niños no tienen culpa de lo que les ha tocado vivir, y siguen endeudándose para que no les falte el móvil de ultimísima generación, el cochazo y la ropa «fashión», dinerito en la cartera «pa»l» botellón y otras «hierbas», con la tonadilla de que sus hijos tengan "lo que yo no he tenido", y… ¡a fardar que son dos días!
Pero cambiemos de tema. No solo son los jóvenes, también son los NI-NIS de la política: son datos muy conocidos que el Estado español tiene tres veces más políticos que Alemania, con la mitad de la población que allí, que además del sueldo, que no es pequeño, tienen otro tipo de prebendas, como viajes en primera clase, tarjeta gratis en Autopistas, dietas, y un largo etcétera, a quienes solo se les conoce la «carrera… de San Jerónimo" (sede del Congreso). He aquí algunos de esos «lumbreras»: Pepiño Blanco, ex-Ministro de Fomento y actual Diputado; Celestino Corbacho, ex-Ministro de Trabajo, ex-Alcalde de Hospitalet, ex-Presidente de la Diputación de Barcelona «na» menos; Cayo Lara, líder y portavoz de Izquierda Unida; Tony Cantó, Diputado de UPyD; Elena Valenciano, vicesecretaria del PSOE y diputada, y el «ex-molt» Honorable José Montilla, anterior Presidente de la Generalitat de Cataluña y hoy Senador del PSOE: no tienen carrera ni estudios, pero van en coche oficial con chófer, seguramente éste con más estudios que el político que llevan. Pero hay más, éstos son solo una muestra, esos políticos a los que NI se les conocen estudios, NI trabajo diferente a su carrera política: son los NI-NIS de la Política.
De hecho si, tú lector o lectora, fueras empresario/a, ¿de qué les contratarías?, ¿qué pondrían ellos en su curriculum? Por eso hay tortas por ser político, porque con muy pocos años de actividad pública se puede vivir una buena vida. España necesita más Políticos… pero en las listas del paro.
Estamos ante una Generación ¿sin esperanzas? No permitamos que el «NINISMO» dé marcha atrás al reloj de la historia y recuperemos la voz de la juventud, un capital que nunca debemos perder.
Imagen de la noticia: Portada del libro “Generación NI NI…” de A. Schujman, editado por Lumen