La esperanza era lo único que nos quedaba porque ha sido también lo último que hemos perdido
Cuando estas líneas vean la luz este jueves, 14 de marzo, faltarán muy pocas horas para que se inicie la concentración y posterior marcha desde la Plaza Mayor hasta el Parque de la Constitución organizada por la Cumbre Social de Yecla, cuya convocatoria se ha fijado para las seis de la tarde. Nada que no se haya dicho ya a estas alturas de la crisis se puede decir de los sobrados motivos que llevan a manifestar esta protesta. La situación es desde hace tiempo tan insoportable, y el hartazgo ante la ausencia total de soluciones a corto o medio plazo es tan evidente, que esta llamada ha logrado aunar a la práctica totalidad de colectivos involucrados en seguir haciendo de altavoz de esta realidad en la que nos hayamos sumidos. La situación no va a cambiar de hoy para mañana y a nuestro pesar sabemos también que se puede seguir alargando más de lo imaginado hace años, cuando la sociedad española empezó a hundirse en este temporal que está arrasando todo lo que pilla. Más que nunca nos queda el derecho al pataleo para que llegue a oídos de que quien corresponda que la capacidad de aguante de nuestra sociedad sobrepasa ya el límite. Necesitamos tener la certera impresión de que esta tragedia que vivimos no va a durar siempre y que, aunque no se vislumbran pruebas palpables, realmente tanto sacrificio va a servir para algo. La esperanza era lo único que nos quedaba porque ha sido también lo último que ya hemos perdido. Esa es la realidad.
