Por Milagrosa Esperanza Esplugues Megías
Si hay alguien que define la poesía en Yecla, bien podría ser “El Círculo Poético de Yecla” altamente desarrollador de ideas y eventos que jalonan todo el año en una u otra actividad. Nombres muchos, libros bastantes, seguramente menos de los que los autores quisieran, pero de un amplio abanico de experiencias, aunque mejor que yo, las palabras de Luciano Palao Rico en su libro “Las alas de Ícaro. Un viaje a Yecla a través de la poesía” (en este caso junto a Gemma Sanchis Vilaplana en un libro editado por el IES.J. Mtnez. Ruiz “Azorín”)primero, y en su más amplio “Literatura Yeclana II – Poesía. Estudio crítico y bibliográfico” (editado por la Editorial Germanía en la colección “Temas Yeclanos” dirigida por José Miguel Castillo), después, pueden dar una perspectiva más certera del panorama poético de Yecla, plagado de experiencias innovadoras como juntar fotografías y poesías en una exposición tal que de cuadros se tratara, o recurriendo a otros actos más utilizados pero no por ello menos difíciles de mantener a lo largo del tiempo como pueden ser los recitales en bares o pubs de Yecla, en los que los propios recitadores han puesto a veces música a poemas y versos mostrando otra forma de leer poesía en voz alta.
La poesía es la primera expresión de cultura en casi todo el mundo con poemas épicos que acompañan muchas de las mitologías universales desde “Gilgamesh” en las antiguas tierras de Sumeria hasta “La Chanson de Roland” francesa pasando por los poemas homéricos de “La Iliada” y “ La Odisea” o por nuestro “Mio Cid” en tierras castellanas, también es la expresión de esas coplillas que se cantan o recitan en fiestas y bailes, de esos pareados con los que se empiezan a conocer las letras del abecedario o de esos otros que se intentan hacer cuando se está aprendiendo a manejar el lenguaje, y es la forma de aprender que se utilizaba en otros tiempos, no dejó escapar aquí un poema atribuido a Metrodoro(¿?) hallado en un libro curioso: “πoetas. Primera antología de poesía con matemáticas” Selección y prólogo de Jesús Malia en Amargord Ediciones, que dice: “Dinos, reloj sin igual,/ qué parte del día ha huido ya,/ si lo que queda es dos veces dos tercios/ de lo que pasó”, que también recuerda los acertijos y adivinanzas que usaban la poesía para hacer que nuestros cerebros se devanaran en descubrir las soluciones. No hay que olvidar tampoco ese teatro en verso de nuestro siglo de oro con obras de Lope y Calderón (por cierto los que estuvieron la otra noche en el Teatro Concha Segura pudieron disfrutar de “Casa con dos puertas mala es de guardar” representado por la Compañía del Corral de comedias de Almagro) y esos entremeses, jácaras y mojigangas que acompañaban los entreactos en los que la rapidez de la dicción en verso no impide que los espectadores puedan disfrutar de las chanzas de este tipo de obras menores.
Entre los libros curiosos que aparecen por las bibliotecas de Yecla está “Antolojia de poetas sefardís kontemporaneos” de Salvador Santa Puche, un libro de Edisiones Capitelum en su Koleksion Neveh Salom. Seguramente “el meldador “(lector) de esta antología se enfrentará a una lengua “desconocida” que, además, está escrita en un tipo de letra no demasiado corriente que imita más los grafismos de la escritura manual pero si, por un momento, obvia esta imagen primera, cuando empiece a leer oirá el sonido de un castellano de años, lejos de las acostumbradas expresiones actuales y más cerca de algunos de los textos que hayamos visto o leído de castellano antiguo en nuestra época de estudio. El pequeño “livro” tiene una estructura de paradas nocturnas a modo de capítulos, en las que, posiblemente al calor de una hoguera, se recitan versos de once autores que escriben en una lengua antigua que se guarda en lo más profundo de las personas y se transmite más veces oralmente que por medios escritos. Al principio de estas “nochadas” se detallan unas líneas de biografía de los autores que nos permiten conocer la verdadera diversidad de sus orígenes.
Después hay otros muchos versos que han acompañado a cada lector en su camino porque a la poesía que hemos leído volvemos de vez en cuando, unas veces para reencontrar espacios vividos, otras para buscar nuevas visiones, otras para acompañar nuestras propias experiencias ya sean, en esos momentos, de tristeza o de alegría, y si no, siempre nos queda esa Ítaca que nos permita que el camino sea largo y denso para que cuando lleguemos estemos llenos de experiencias y nuestra ilusión se realice.