>El pasado 20 de diciembre aconteció un hecho político insólito en la historia reciente de nuestro País: la configuración de un arco parlamentario diverso. Hasta entonces asistíamos a una particular alternancia donde se erigía el gobierno menos malo, pasando ahora a una realidad diametralmente opuesta donde la pluralidad de ideas del conjunto de los españoles ha tomado forma.
El pasado 20 de diciembre aconteció un hecho político insólito en la historia reciente de nuestro País: la configuración de un arco parlamentario diverso. Hasta entonces asistíamos a una particular alternancia donde se erigía el gobierno menos malo, pasando ahora a una realidad diametralmente opuesta donde la pluralidad de ideas del conjunto de los españoles ha tomado forma. Este nuevo escenario es, sin duda, uno de los mayores retos a los que se ha tenido que enfrentar la clase política, en particular, y la Nación, en general, en la todavía corta historia de nuestra democracia.
Nos surgen multitud de preguntas, con no pocas incertidumbres, para intentar dilucidar el inmediato futuro de la gobernabilidad de España ¿y ahora qué? Las soluciones a esta, supuestamente compleja, situación ya la encontraron aquellos que desarrollaron las primigenias democracias: diálogo. Esta es la palabra clave. No en vano, son muchos los países de nuestro entorno que viven situaciones similares a la nuestra, y las solventan con diálogo. Bien nos puede servir, como ejemplo cercano en el tiempo, el denominado "espíritu de la transición", donde todos aportaron a la vez que todos hubieron de ceder.Cualquier reforma de calado que se proponga ha de sustentarse en el bien general, ha de ser consensuada por todos y recibir la bendición de una mayoría cualificada, tales como la unidad de España y la defensa de los valores constitucionales, dos pilares básicos de nuestra Nación defendidos por Ciudadanos.
Albert Rivera ha respaldado desde el primer momento que negociación y consenso sean ineludibles en el ejercicio de la vida pública, aun dándose una mayoría absoluta. Y por supuesto se puede gobernar un territorio con la participación del conjunto de los partidos políticos. Esto lo está demostrando Ciudadanos en la Región de Murcia, donde hemos posibilitado la formación del gobierno por la lista mas votada, pero a la vez estamos influyendo en el día a día del desarrollo de leyes y normas en la Asamblea Regional, y lo haremos, desde la oposición, en los presupuestos regionales.
Hemos conseguido en pocos meses, avances tan significativos como el cambio a una ley electoral más justa, la supresión del Impuesto de Sucesiones y Donaciones, la gratuidad de los libros de texto o la puesta en marcha de diversas comisiones de investigación. Ha llegado el tiempo de hacer política para los ciudadanos, sincera y con mayúsculas y desterrar los intereses partidistas. El tiempo de la vieja política ha pasado, la que se fijaba detentar y mantener el poder como únicas metas. El diálogo es una obligación moral y política. Hay que ejercerlo con responsabilidad y altura de miras.
