Engracia Robles Rey – Profesora del IES ‘José Luis Castillo-Puche’
Yo no nací en Yecla pero hace ya unos años que vivo aquí. Al llegar, solo sabía de esta localidad que estaba en la Comarca del Altiplano, en la Región de Murcia, situada en el extremo noreste, y que limitaba con la provincia de Alicante y con la de Albacete. Durante el primer año, supe de vosotros que erais gente reservada, en un primer momento, hospitalarios y solidarios, ofreciendo vuestra ayuda siempre que fuera requerida, tradicionales en la celebración de vuestras fiestas , valientes en el tejido industrial, y sobre todo, y lo más importante, familiares, pues todo , desde lo mayor a lo menor, lo celebráis con la familia. Veo a mis alumnos visitando casi a diario a sus mayores.
Por estar Yecla a camino de otras comunidades, cerca de la Comunidad Valenciana, cerca de Castilla-La Mancha y también de Andalucía, vuestro lenguaje posee multitud de influencias, además de la musicalidad que tiene todo yeclano al acabar cada una de las frases. Recuerdo el día en que mi amigo Pedro Soriano, me dijo algo así como «vas en piernas» y cuando alguno de mis alumnos me dice «Engra, no me rabies», además de otras muchas expresiones que ya casi las he incorporado a mi glosario lingüístico.
Gastronómicamente también sois especiales. A pesar de lo mucho que está sufriendo el sector de la restauración por las medidas restrictivas sanitarias y esperando que quede poco para que Yecla reabra todos sus restaurantes, vuestros gazpachos, teniendo alguna influencia manchega, son auténticamente yeclanos, sin olvidar los ‘Libricos’, esas finas obleas, dispuestas con capas de miel o chocolate y decoradas con grabados que reproducen los lugares y monumentos más representativos de la ciudad de Yecla
Para el final he querido dejar lo que Cicerón, en uno de sus diálogos más conocidos ‘DE AMICITIA’, trata con enorme dignidad y calma: la naturaleza de la amistad y los principios que deben gobernarla. Aquí, en Yecla, he encontrado el modelo del que tanto hablaba Cicerón. En estos años me he cruzado con gente en las calles de Yecla que me ha sostenido y no me ha dejado caer en ningún momento pues, cuando ha llegado la adversidad, difícilmente hubiera sido soportable si no hubiera tenido un amigo que sufriera por mí más que yo misma. Porque, cuando más generoso es alguien, más capacidad de amistad existe, y cuando esta se da, es imperecedera y sempiterna. O como dice Cicerón, «sin amistad no hay vida digna de un hombre libre».
«Yo amo Yecla […] aquí sentí que por primera vez entraba en mi alma una ráfaga de honda poesía […] aquí se formó mi gravedad castellana […] es donde pasé los ocho mejores años de mi vida». Así hablaba Azorín sobre Yecla. En estos días estoy de suerte.