Nos acercamos a unas fechas en las que tenemos muy presente a las personas que ya no están con nosotros . Es hora de ir al cementerio a llevar unas flores, de ir a visitar a tus seres queridos o de recordar con ciertas personas los momentos vividos con esta persona que ya no está.
Pero es importante recalcar que cada persona necesita su tiempo y no todos vivimos este proceso del duelo de la misma manera.
El dolor es nuestra reacción ante la pérdida, y el duelo es cómo procesamos este dolor. Es injusto como la vida puede cambiar en un instante, y más injusto cómo se ha privado en muchos casos a los familiares de poder despedirse, de tocar la mano, de reconciliarte con el fallecido, de llorar junto a otras personas y velar al difunto, en definitiva, se nos ha privado de poder cerrar el proceso y esto dificulta un inicio normalizado del duelo.
En la psicología popular, el duelo a menudo se equipara con la idea de superar una pérdida. ¿Pero alguna vez superamos nuestras pérdidas?
No será, que incorporamos estás pérdidas a nuestras vidas. Y es que el proceso del duelo es muy complejo y requiere de un trabajo, el trabajo del duelo. Porque no son sólo nuestros pensamientos en torno a la persona, sino también lo que hacemos con ellos, como los pensamos, organizamos, repasamos, colocamos, etc.
Es importante que nuestros recuerdos y esperanzas puedan ser sacados a la luz, y miradas desde todas sus posibilidades. Porque las personas tendemos a repetir cosas cuando permanecemos atrapadas en ellas.
Es frecuente, pensar en su presencia, volver a recuerdos de momentos vividos, imaginarnos que volvemos a verlos, esperar escuchar su voz de nuevo. El hecho de que nuestro ser querido ya no este, hace que nuestra vida cotidiana parezca vacía. No sólo hemos perdido a nuestro ser querido, también hemos perdido las cosas que hacíamos con él y lo que nosotros éramos para él. Por lo que, también hemos perdido una parte de nosotros, que tendrá que ir reconstruyéndose.
El tiempo para elaborar lo sucedido, puede durar entre uno y dos años, y no será fácil, con frecuencia se recae, ante cualquier actividad que causa dolor y que hace más fuerte su ausencia. A veces nosotros mismos ponemos resistencias a la hora de realizar el duelo, porque sabemos que dicho proceso nos alejará más del difunto, y no estamos preparados para ello. Pero es importante ir tomando distancia, y que toda esta energía que antes estaba depositada en nuestro ser querido, vaya cogiendo otras formas.
Si el tiempo va pasando y uno no es capaz de restablecer su vida, si su ausencia cada vez es más fuerte y se clava en nuestro día a día,si nuestra persona ha caído profundamente apareciendo una autoestima muy dañada, llena de autorreproches y culpa,puede que el proceso de duelo no se esté realizando correctamente, y quizás, sea el momento de pedir ayuda, de ponerse en contacto con un profesional que nos ayude a ver que está pasando con este dolor que se ha estancado y no se mueve. Porque a veces, es un proceso que uno puede realizar solo y otras necesita ayuda.