La única siempre abierta durante toda la semana cuando todo está cerrado. La Mannix nunca ha fallado y ahí continúa estando
Todos tendríamos que acudir a celebrar el 50 aniversario de la Mannix porque más que una discoteca es toda una institución. Toda Yecla ha pasado por la Mannix… Con estas mismas palabras con la que terminábamos las anteriores ‘Crónicas yeclanas’ continuamos aquí y ahora. Sea, pues. Efectivamente en Yecla serán muy pero que muy pocos los paisanos, como también decíamos hace siete días, que no guarden algún recuerdo de la Mannix, de esos recuerdos que se nos cuelan y acomodan por dentro como Perico por su casa para acompañarnos durante toda la vida. La Mannix ha ido creciendo con nosotros. En la Mannix se conocieron muchas parejas y otras tantas decidieron romper su relación en la Mannix.
Otras muchas parejas se gustaron aunque nunca pasaron de mirarse de reojo y otras también lo intentaron aunque la cosa no pudo ser. Junto a las grandes fiestas que nunca tenían fin en la Mannix en Carnaval, San Isidro, la Virgen, Navidades, y fiestas de guardar y de toda clase y condición, también eran célebres las despedidas de soltero y la mayoría de bodas, bautizos y comuniones de Yecla terminaban en la Mannix. Por desgracia también la Mannix nos ha servido de paño de lágrimas para ahogar las penas tras despedir a familiares y amigos que enterramos antes de tiempo. La Mannix de alguna manera ha sido la versión actualizada de aquel “de entierro vas, vino beberás”.
La Mannix, tan real como la vida misma. Compañera de penas y alegrías. Y lo que hiciera falta. La Mannix ha sido la única discoteca de Yecla que ha abierto, y continúa abriendo, durante todos los días de la semana. Una característica que tiene su mérito y por eso digo que la Mannix se lo ha ganado a pulso. Cuando el mueble estaba en todo lo suyo y no paraba de subir como la espuma y los representantes más importantes del mundo mundial a diario iban y venían a Yecla, tras acabar sus cenas y sus negocios terminaban en la Mannix donde continuaban con sus tratos entre manos. Años aquellos de vino y rosas, y de pedidos a punta pala, en los que muchos empresarios y viajantes empalmaban la Mannix con la Feria del Mueble. Y viceversa.
Yecla siempre ha sido un pueblo de relaciones públicas de pura raza. Está claro: la Mannix no ha cumplido 50 años por casualidad ni porque les haya caído del cielo. Desde hace medio siglo en Yecla, entre semana, antes de plantar las terrazas, cuando llegan los días negruzcos de otoño e invierno, y a las siete de la tarde parece que ya sea de noche, ya no se ve ni un alma por la calle en ningún sitio. En ningún sitio menos en la Mannix. Porque, a pesar de que Yecla madruga más que los despertadores, de lunes a viernes siempre hay gentes que tienen algo importante para ellos que celebrar y continúan con ganas de alargar la noche cuando todo está cerrado a cal y canto. Y la Mannix nunca falla porque continúa estando ahí con los brazos y las puertas abiertas. Como siempre fue y como continúa siendo a día de hoy. Ojalá que nos dure muchos años. Pero muchos, muchos.