No pretendo yo ni mucho menos hacer apología de los que no tienen estudios ni estoy diciendo nada contra los universitarios
Soy de una generación en la que los padres pensaban que el mejor futuro para sus hijos pasaba por la universidad, convencidos de que la gente con carrera tenía muchas más probabilidades de salir adelante en la vida. Sin embargo, conozco a muchos y muchas de mi quinta que tras sacarse una carrera con sangre, sudor y lágrimas, terminaron por colocarse en un trabajo que nada tenía que ver con su licenciatura e incluso han transcurrido sus vidas dedicándose a una faceta profesional a la que podrían haber accedido sin carrera ninguna. Se han casado, han criado a sus hijos y ahora están a dos pasos de la jubilación. Pero las circunstancias de cada época son las circunstancias de cada época.
El pasado es el que es y es imposible cambiarlo. En los 90, un amigo mío me soltó una reflexión que desde entonces la llevo impresa en la sesera: “¿Te has fijado que la mayoría de empresarios no tiene estudios y que gracias a que han triunfado con éxito hoy pueden colocar en sus prósperas empresas a muchos jóvenes universitarios?”. Qué contradicción más grande. Y no pretendo yo hacer apología de los que no tienen estudios ni tampoco estoy diciendo que cursar una carrera sea una pérdida de tiempo, ni mucho menos. Todo lo contrario. Pero como digo, cada uno pertenecemos a un tiempo y a unas circunstancias que de joven nos marcan para los restos. Y muchos jóvenes que se podían haber puesto a trabajar antes y con antes se vieron obligados a matricularse en una carrera, la que fuera, con tal de no defraudar a sus padres. Nada es como ayer y con toda seguridad mañana nada tendrá que ver con hoy. De hecho por fin la Formación Profesional ha alcanzado el reconocimiento que siempre debió tener.
Esa era otra: hace varias décadas quien estudiaba FE, o Maestría Industrial como también se la conocía, daba la sensación de pertenecer al pelotón de los torpes y por eso los padres medio lo escondían o lo contaban a regañadientes como si de una vergüenza familiar se tratara. Actualmente muchos jóvenes que optan por módulos de FP encuentran trabajo casi antes de finalizar. En más de una ocasión he comentado aquí mismo que es muy injusto que los universitarios celebren una gran celebración de graduación y los de FP acaben sin pena ni gloria. Por favor, a quien corresponda le pido que de una vez los alumnos de Formación Profesional tengan el mismo reconocimiento al final del grado que los alumnos universitarios, solo así acabaremos definitivamente con esa especie de menosprecio hacia la FP.
Yo por lo menos he vuelto a pensar en todo ello estos días viendo las noticias sobre los exámenes de acceso a la universidad que están teniendo lugar estos días. Y hasta, mira por dónde, he aprendido que se puede escribir con “B” o con “V” como Bernardo y Venancio. EBAU (Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad) y EVAU (Evaluación para el Acceso a la Universidad). Y no me den las gracias por la aclaración. Yo soy así de desprendido, filantrópico y generoso.