María José Juan Pérez
Toda naturaleza etimológica encierra la clave precisa para entender los términos a los que nos enfrentamos. Observar en los precedentes de nuestro vocabulario actual nos permite acceder a la profundidad simbólica de muchas de las materias que tratamos hoy día. Si nos acercamos a la Filosofía, obtenemos como significado “amor a la sabiduría”, definición bastante acertada. No extraña, por tanto, que su origen se remonte a esta misma inclinación: la pasión por saber, la pasión por conocer y la pasión por aprender. Así nos lo presenta el proyecto “Filosofeo”, una exposición llevada a cabo por los alumnos de primero de bachillerato de Ciencias y Tecnologías del IES Felipe VI.
Ubicada en la Sala de Exposiciones de la Casa Municipal de Cultura, la exhibición recorre cada una de las acepciones de la Filosofía y retrata a modo de metáforas visuales lo que estas despiertan en los estudiantes. Desde el propio folleto, se nos explica que esta actividad es la fuente del raciocinio o, mejor dicho, la explotación y cultivación del mismo.
“Paisajes filosóficos que hablan” es el subtítulo que sigue al nombre del proyecto. Y es que, ahondando en su contenido, esto es precisamente lo que encontramos: dibujos y pinturas que ilustran las ideas y preceptos que caracterizan a la Filosofía. Lupas, engranajes, cerebros y árboles toman el papel protagonista de los cuadros que decoran las paredes de la sala. Con un predominio absoluto de colores y el uso de distintas técnicas artísticas, el espectador se adentra en un viaje hacia el núcleo del saber y, efectivamente, los dibujos hablan por nosotros.
Ya desde el primer paso que damos al interior de la exposición, nos sumergimos en un aura que invita al aprendizaje o, como mínimo, a la inmersión en el trabajo de los alumnos. El espacio diáfano, la música envolvente y la luz cálida del lugar nos dan la bienvenida para seguidamente encontrarnos con un vídeo que recopila imágenes del proceso creativo de los estudiantes del Felipe VI. Estos, guiados por el profesor de Filosofía, Enrique Genestar Rodríguez, aparecen pintando los cuadros que a continuación se exponen. Además, también se indica la existencia de un museo virtual al que puede accederse como complemento.
No solo es interesante la mirada hacia las ilustraciones, sino la constatación de saber que estamos viendo a través de los ojos de los chicos y chicas de primero de bachillerato. Su visión de la Filosofía es la que nos acompaña en el recorrido. Y, en consecuencia, los cuadros representan la atribución mental que cruza la imaginación de cada uno de ellos, matizada con notas explicativas que nos descubren su significado.
“La radicalidad es la bombilla que, al final del camino dialéctico, nos ilumina como una conclusión final” es uno de esos textos anexos que desengranan el simbolismo de la imagen. Uno de mis favoritos es aquel que versa que la Filosofía es radical porque incide en llegar a la raíz, razón por la cual en la lámina contigua aparece un árbol con sus respectivas raíces. En otra de ellas, es una lupa la que comprende la mayor parte de la escena y esta se presenta como herramienta de análisis crítico. Asimismo, piezas de puzles simbolizan las piezas del entendimiento, las de la razón y las de la propia vida. Y es que son precisamente esos conceptos (el raciocinio, el pensamiento y sentido crítico, la vida, la religión incluso, etc.) por los que viaja la exposición.
Por otra parte, el aprendizaje filosófico no se queda únicamente aquí, sino que comprende la reproducción de algunos textos originales, tales como fragmentos de “La República” de Platón o “La Metafísica” de Aristóteles, así como el retrato de estos mismos pensadores. Esta inmersión por los inicios de la materia se completa con la recreación a modo de maqueta de la Academia de Platón, precisamente representativa de dónde nació esta actividad que hoy conocemos como “filosofar”.
Agradezco haberme acercado a la ya mencionada Sala de Exposiciones de la Casa Municipal de Cultura para vislumbrar y valorar el trabajo presentado en “Filosofeo”. Son este tipo de exhibiciones los que abren camino, no solo para los alumnos, sino también para los espectadores. Si lo único que sabemos es que no sabemos nada, no dudemos en potenciar más proyectos como este, cuya finalidades alimentar ese gran tesoro que es el conocimiento.