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viernes, 22 noviembre, 2024
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EL CARTEL DE LAS FIESTAS DE LA VIRGEN

¿Alguien piensa que cuando un artista está creando su obra le importa un pepino lo que vaya a pensar su vecina la de abajo?

La mismísima abuela Pascual, que protagoniza las viñetas de este periódico junto al pequeño filósofo y el busto parlante de Azorín, lo dijo aquí mismo ante el aluvión de cometarios que tras ser presentado en sociedad estaba recibiendo el cartel de las Fiestas de la Virgen : “¡El cartel ha sido todo un éxito! ¡No ha pasado desapercibido!”. Todos sabemos que pasar desapercibido es lo peor que puede sucederle a un cartel. Para un servidor, no solo no ha pasado desapercibido sino que estoy entusiasmado desde que lo destaparon en la Torre del Reloj. Nadie dude que para mí es el mejor cartel anunciador de la historia de los carteles anunciadores de las Fiestas de la Virgen. Yo no lo voy a olvidar nunca por tratarse precisamente del cartel anunciador de las Fiestas de la Virgen de este 2023.

 

Si dijera otra cosa mentiría. Pero dicho lo cual (o “dicho lo cualo”, como dice un amigo mío que la única asignatura que aprobaba era el recreo, y no siempre), podemos entender que haya gente doctorada en Bellas Artes a la que no termine de convencerle el cartel porque sabe lo que está viendo y sabe de lo que está hablando. Y aquí quería llegar yo: la opinión de cada uno es libre como los taxis, pero una cosa es que el cartel no lo entendamos y otra muy distinta es ponerlo como hoja de perejil sin tener ni idea de por donde caminan los estilos abstracto, figurativo, surrealista, cubista, conceptual, y usted ya me entiende. Que no digo yo que nos tengan que gustar todos los carteles por obligación, pero al menos no seamos ceporros e intentemos averiguar lo que el autor nos quiere transmitir para formarnos una opinión antes de ponernos a echar espumarajos por la boca. (A lo mejor hasta aprendemos cosas que no sabíamos).

Viene toda esta perorata a propósito de la enorme importancia para no meter la pata que tiene preguntar antes de criticar. A nadie le quepa la menor duda de que después de conocer lo que significa cada uno de los trazos y las partes que componen el cartel empezaremos a contemplarlo desde otro punto de vista bien distinto. Y si aún así seguimos sin verlo claro al menos seremos honestos con el artista y, sobre todo, con nosotros mismos porque estaremos hablando con conocimiento de causa y no al tuntún. ¿Alguien piensa que cuando un artista está creando su obra le importa un pepino lo que vaya a pensar su vecina de abajo o el primero que pase por la puerta? Va a ser que no.

Los artistas lo llevan en el sueldo, su trabajo creativo les supone estar constantemente expuesto a las críticas del respetable, que a veces es el que menos respeta. Otros años que los carteles fueron más clásicos igualmente les llovieron las críticas. “Más de lo mismo”. “Qué poco original”. “Lo de siempre”. Para gustos los colores y para disgustos los olores. Lo miremos como lo miremos, los carteles más distintos, atrevidos e inolvidables son los que con el paso de los años más se nos han quedado en la memoria. Solo se trata de respetar el trabajo de los artistas. Y, de paso, preguntar antes de criticar.

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