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domingo, 24 noviembre, 2024
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CADA VEZ QUE LLEGA SEMANA SANTA

Hablar de la Semana Santa en Yecla viene a ser lo mismo que hablar de la historia de este pueblo y de la historia de cada uno de nosotros

Dicen que el camino más cierto es el que ya se ha recorrido. Será por eso que con la edad uno tiende a recordar mucho más que cuando éramos jovenarios. No soy, ni mucho menos, de los que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor. Como decían los famosos lutieres argentinos, “cualquier tiempo pasado fue anterior”. Y don Gabriel dejó escrito que “no vivimos del pasado ni damos cuerda al recuerdo; nosotros somos quien somos, basta de historia y de cuentos”. Y si hablamos de historia (obsérvese como voy encadenando cavilaciones ajenas hasta llegar hasta donde yo quería), en estas fechas sin remedio tenemos que hablar de la santa Semana Santa que comenzará en pocas horas con las procesión de las Siete Palabras, de San Nicolás a la Basílica. Hablar de la Semana Santa en Yecla viene a ser lo mismo que hablar de la historia de este pueblo y de la historia de cada uno de nosotros.

De ahí que cuando llega Semana Santa no podemos evitar que nos vayan resucitando todos los recuerdos que se nos han quedado adheridos a aquellas Semanas Santas de la infancia y juventud, cuando la programación de las procesiones no era tan extensa. Hoy procesionan hermandades y cofradías casi todos los días, a excepción de Miércoles y Sábado Santo, desde Viernes de Dolores hasta Domingo de Resurrección. Desde que nació este periódico en el año 2000 hemos sido testigos de cómo cada nueva procesión que ha surgido ha ido paso a paso ganándose su reconocimiento y su sitio en la Semana Santa de Yecla: la ya citada procesión que parte de San Nicolás; la Sangre y el Perdón de San José Artesano; la Penitencial de Rosario…

Procesiones que no existían cuando hace ya muchos años, cada vez que llegaban estas fechas, yo les contaba a mis hijos que cuando yo tenía su edad nos llevaba mi padre a la procesión de Las Palmas y a Los Farolicos de Martes Santo. Y luego de adolescentes nos aprendimos el ‘Stabat Mater Dolorosa, juxta crucem lacrymosa, dum pendebat filius” para cantarlo en voz hueca y alta en la procesión de la Soledad. También estos días lo recordaba con ellos viendo el cartel anunciador de la Semana Santa de este año haciéndoles hincapié en que refleja los momentos únicos que solo pueden verse en Yecla: Los Farolicos, la Cortesía, el Encuentro, el Santo Entierro y el Diablico que tanto miedo les daba en la mañana de Resurrección y al que cosían a caramelzaos. Llega Semana Santa y toca volver a ver por enésima vez, y todas las que hagan falta, “Jesucris-to Superstar”, “La Pasión” de Mel Gibson y, por supuesto, “La vida de Brian”. Tampoco pasa ningún año en que, entre empanada y empanada, de patata o tomate, no les recuerde que mis abuelos estuvieron muy metidos en Semana Santa. Ramiro, mi abuelo paterno, en Nuestro Padre Jesús, la cofradía de los comerciantes en la que siguen arrimando el hombro mis primos. Y mi abuelo Antonio en la Cofradía de San Juan, la del gremio de los carpinteros. Es como si los estuviera viendo a ambos cada vez que llega Semana Santa.

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