Alex Delegido
¿Cómo has vivido el estreno de tu primera sinfonía en un teatro como el Romea de Murcia? ¿Qué supone en tu carrera?
La verdad es que me faltan palabras para describirlo, pero si tuviera que sintetizarlo en dos, diría que ha sido una oportunidad impagable. Una obra nueva y de estas características siempre es muy compleja de llevar a oídos del público, no sólo por lo que concierne a la propia composición, sino sobre todo en términos logísticos (ensayos, coordinación, relaciones con el teatro, etc). En este sentido, el equipo humano con el que he podido trabajar (tanto el director Raúl López Sánchez como el resto de músicos de la orquesta), y el hecho de que afrontaran el reto con la disciplina y rigurosidad que requería, ha sido un lujo del que se pudieron ver los resultados. Por otro lado, ese proceso de dar vida y sentido a la partitura en los ensayos ha sido una experiencia como pocas. Poder compartirla en grupo y sin necesidad de palabras es algo que hace única a la música con respecto a las demás artes, y donde siempre he dicho que reside su mayor poder: ser capaz de unirte con el que es diferente por algo común, algo que hace más falta aún si cabe en estos tiempos .
Aunque muchos yeclanos estuvieron en Murcia esa tarde, la gente se pregunta si será posible traer al Concha Segura esta sinfonía…
Pues en realidad no depende tanto de mí. El Orfeón y por tanto la Orquesta de Jóvenes “Ciudad de Murcia” es una institución musical autónoma que programa sus propios conciertos, bien sea de temporada o extraordinarios. Este curso hemos tenido, como es costumbre, nuestros conciertos en Murcia, así como algunos otros fuera de la capital (en localidades como Molina de Segura o Lorca). Por ello, no creo que sea imposible que esta sinfonía se pueda oír en Yecla en futuras ocasiones si las condiciones así lo permiten. ¡Yo estaría encantado! Pero como digo, es una labor que corresponde más a las instituciones, los programadores culturales y a los teatros que a nosotros los compositores.
¿Cómo surgió el proyecto y cómo fue su desarrollo? ¿Cuánto tiempo llevó tener la sinfonía lista?
El proyecto surgió el pasado verano. Yo venía con una inercia compositiva muy buena del curso anterior. Motivado por este hecho y porque deseaba cerrar mi etapa de estudiante con una obra que de alguna manera me representara y sintetizara mi lenguaje como compositor, propuse abordar la escritura de una obra para orquesta a la institución del Orfeón (que ha sido mi casa durante mi etapa en Murcia). Cuando me dieron el visto bueno, Raúl y yo hablamos a cerca de las características generales que debía tener la obra (en términos de duración, instrumentación, etc). Barajando varios proyectos diferentes, finalmente decidimos apostar por la opción de una sinfonía en tres movimientos, ya que se podía abordar su puesta en práctica de manera similar al tipo de obras que solemos programar para nuestros conciertos de temporada. Para mitad de julio, las condiciones quedaron cerradas. Recuerdo que una noche del pasado agosto, tumbado en la playa de Calabardina y con un cuaderno de pentagramas, empecé a hacer los primeros bocetos del Allegro primer movimiento. El día 1 de enero de este año 2024, en mi casa de Yecla, puse la doble barra final al tercer movimiento, aunque después hubo un par de semanas en las que abordé ciertas correcciones antes de entregar los materiales a la orquesta.
¿Cuáles son los músicos que más admiras? ¿A cuáles de ellos puedes citar como tus referencias?
Seguramente, me quede corto nombrando únicamente a la punta del iceberg pero, si tuviera que elegir a los principales referentes o influencias en mi manera de componer, serían (por este orden): Mozart, Tchaikovsky, Mendelssohn, Beethoven y Brahms. Esto en cuanto a la tradición más clásica. En cuanto a la música más actual (de los siglos XX y XXI), podría dar otros nombres: Puccini, R. Strauss, Britten, Rachmaninov, Gershwin o John Williams. Todos ellos son autores en cuyas obras se puede ver una fortísima solidez técnica combinada con un dominio absoluto de la expresión y el buen gusto (sin dejar de lado el punto de vista de la trasmisión cristalina de las ideas, que es la esencia del arte). Cada uno escribió música a su manera y para su tiempo, pero todos dieron a su vez con este equilibrio técnico-expresivo que se traduce en una buena comunicación, algo que he considerado siempre la clave para diferenciar una buena obra de aquella que llega a ser humanamente eterna, atemporal, y como tal, un ideal a seguir a la hora de abordar la labor .
¿Cuál es el próximo objetivo?
Pues ahora mismo me encuentro centrado en las entregas de trabajos finales, compositivos y teóricos, en el ámbito académico del Conservatorio. No obstante, dada la buena acogida que ha tenido esta sinfonía, espero que puedan venir nuevos encargos en los que poder trabajar en un futuro próximo.
¿Crees que tu caso servirá para animar a otros jóvenes talentos del mundo de la música de Yecla?
Yecla siempre ha tenido mucha sensibilidad musical. Y digo más, mucha sensibilidad artística. Podemos ver a lo largo de nuestra historia muchas muestras de ello: desde nuestras pinturas rupestres del Arabí, hasta los escritos de Azorín, pasando por nuestra Dama Oferente del Cerro de los Santos, los mosaicos romanos, los textos del poeta árabe Abu Bakr Yahyà al-Yakki y figuras más recientes como Oliver Astorga (al que siempre he considerado un paisano de mi gremio). Creo que el trabajo bien hecho siempre puede resultar inspirador para nuevas generaciones, aunque también es verdad que depende de los intereses de cada uno, ya que el camino que se recorre como artista siempre es personal y uno lo va descubriendo a la vez que lo anda. Por tanto, creo que solo cada uno, y con la madurez que da el tiempo, es conocedor fiel de sus influencias o motivaciones a la hora de abordar una tarea artística. Estoy seguro de que, al margen de lo que yo pueda opinar, el arte se abrirá camino a través del nuevo talento, sea mi trabajo un incentivo para ello o no.