Francisco de Paula García Vélez (*)
El pasado día 30 de mayo se celebró en el Congreso de los Diputados un pleno para debatir y votar si se aprobaba la Ley de Amnistía. Dicho pleno fue doblemente triste. Primero porque se aprobó la citada Ley de Amnistía, que bajo mi punto de vista es ceder ante los delincuentes que intentaron un golpe separatista en 2017, y desautorizar la labor de los Jueces que habían juzgado dichos hechos, pero este no es el tema de este escrito. Y en segundo lugar, y este si es el objeto de este escrito, fue triste dicho pleno ya que durante el mismo se puso de manifiesto la baja calidad ética de nuestros representantes políticos, pues durante todo el pleno dio un espectáculo lamentable y nada edificante de falta de respeto entre ellos. Con esa conducta, ¿cómo pueden luego exigir a los ciudadanos que no se comporten del mismo modo con ellos?
Todos somos conscientes de que en los últimos años la vida política en España se ha deteriorado. El enfrentamiento político, lógico cuando se tienen convicciones políticas diferentes, ha pasado de ser un enfrentamiento entre rivales ideológico a un enfrentamiento entre “enemigos” políticos. Basta con ver cualquier sesión del Congreso, como la señalada anteriormente, o del Senado para darse cuenta de los disparates que unos y otros, sea cual sea su ideología, se lanzan entre sí llegando en ocasiones al insulto personal o a meter en el enfrentamiento político a familiares o amigos del contrincante.
Pero esta lamentable situación se ha extendido a la política local, donde estos enfrentamientos pueden ser, en ocasiones, mucho más duros y graves ya que los rivales políticos se conocen mucho más, y conocen muchos mejor los detalles de la vida del otro. Y estas situaciones las hemos visto con frecuencia en TV, y han dado lugar a la dimisión o cese de algún concejal o alcalde por hechos de esta naturaleza. Por desgracia es una situación que también se dio recientemente en nuestra localidad.
Pero esto no queda aquí. La misma situación de falta de respeto y empatía con el adversario político, se ha extendido a la política internacional. Solo hay que recordar el reciente incidente entre el presidente de la República Argentina y el presidente del Gobierno de España.
Para mí esto es consecuencia de la pérdida absoluta de la “ética política” que debería imperar. La RAE define la ética como “la parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del ser humano”. La ética se ocupa, por tanto, de reflexionar y establecer principios y valores que guíen el comportamiento y las decisiones de las personas, buscando el bienestar y el respeto hacia los demás. La ética en la política implica adoptar una serie de valores y principios de carácter moral que deben orientar, y por los tanto guiar, el comportamiento de las personas que se dedican a la política para el desarrollo de sus funciones. Por ello, actuar con ética es comportarse y actuar de una forma transparente, responsable y especialmente honesta. Ello conlleva tomar decisiones que vayan enfocadas a beneficiar el bien común, y al respeto de los derechos y dignidad de las personas. Implica también actuar con justicia, equidad y sujeción a la verdad. En definitiva, la “ética política” supone que los políticos actúen en el marco de la integridad, y orientados a procurar el bienestar y mejora de la sociedad.
Un matemático árabe llamado Al- Juarismi a la pregunta de cuánto vale una persona respondió: “una persona si tiene ETICA vale 1. Si además tiene propiedades se le añade un cero, es decir, vale 10. Si además tiene familia se añade otro cero, por lo que vale 100. Si además su familia tiene propiedades se le añade otro cero, y vale 1000”. Y así fue justificando sucesivamente otras virtudes o cualidades añadiendo ceros. Pero añadió que “si desaparece la ÉTICA, se queda en nada, pues solo quedan los ceros de sus demás cualidades”.
Por ello es necesario recuperar el clima de respecto que debe imperar en las relaciones interpersonales, para volver a un clima de más sosiego y respeto en la vida política, y en la vida cotidiana, ya que por desgracia este clima “frentista” tiene su reflejo en el día a día de los ciudadanos. Pero mucho me temo, que vista la situación política existente, este deseo es casi un imposible, al menos en esta legislatura donde ya se ha sobrepasado todos los límites de la ética, lo que hace que la situación sea irreversible.
(*) Francisco de Paula García Vélez, es comisario honorario del Cuerpo Nacional de Policía