De verdad que le deseo a usted unas felices vacaciones, con o sin descanso. Volveremos a leernos el primer jueves de septiembre
Un estudio reciente asegura que va en aumento el número de personas que optan por no hacer nada en vacaciones. No por una cuestión económica sino por una decisión personal (todas las decisiones, que yo sepa, son personales) tras haber sido víctimas durante años del estrés anterior a las vacaciones, que viene a ser como el estrés post vacacional que también padecen al regreso pero al revés. Algo así como la presión emocional que nos invade al tener que adaptarnos de un día para otro a la ausencia total de obligaciones laborales. Por el contrario, existe la posibilidad de permanecer todo un mes tumbado a la Bartola, como se decía antes y que ahora no podemos airear en voz muy alta por si hay cerca alguna mujer que tenga la gran suerte de llamarse Bartola y pueda sentirse agredida verbalmente. Planificar las vacaciones imponiéndote el reto de no hacer nada de nada es una opción que choca con quienes dan la impresión de que les va a faltar tiempo para poder hacer todo lo que han planeado. Son los típicos que cuando te están contando sus planes veraniegos tú los miras pensando que van a acabar extenuados, medio muertos, deseando regresar al trabajo para poder descansar de verdad.
Estos paisanos con exceso de vigorexia viajera te muestran una inacabable y pormenorizada lista de rutas alternativas, atajos, áreas de descanso, destinos opcionales y carreteras secundarias poco transitadas, que llevan todo el año estudiando al detalle para ahorrarse kilómetros y cuartos y sacarle el máximo rendimiento a sus días de agotador y extenuante descanso. Te muestran todos los enlaces de hostales, albergues, fondas y posadas que reservaron hace mucho tiempo para que les saliera muy barato recorrer de cabo a rabo todas y cada una de las ciudades que han pensado ver de punta a punta del mapa (algunas alejadas entre sí entre 200 ó 300 kilómetros), en las que han previsto visitar monumentos, cascos antiguos, rutas senderistas, aconsejadas por multitud de webs con cientos de comentarios favorables. Y encima te intentan convencer de que a ellos conducir les relaja porque van disfrutando del paisaje.
Pues que me lo expliquen porque no lo entiendo. Es más, me causa un enorme agotamiento escuchar los atestados planes vacacionales de algunos amigos. Ellos sabrán. Yo prefiero hacer huelga de brazos caídos, dejar la mente en blanco y dejarme llevar sin planes, hacia ninguna parte, sin saber lo que haré ni hoy ni mañana. Disfrutar sin prisas de un suculento almuerzo con buenos amigos a los que no veo nunca, para continuar con una interminable siesta después del aperitivo y una comida de campeonato, y por la noche, tras horas tomando el fresco en una terraza, volver a dormir a pierna suelta. Prefiero recargar pilas en verano para cuando lleguen durante el año esas placenteras escapadas de puentes y fines de semana en las que poner tierra de por medio… Pero usted sabrá cuáles son sus preferencias veraniegas. Pero sean las que sean, y fuera de bromas, de verdad que le deseo unas muy felices vacaciones con o sin descanso. Volveremos a leernos el primer jueves de septiembre.