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martes, 3 diciembre, 2024
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Importancia de la integridad en situaciones críticas

Ángel del Pino Moreno – Médico jubilado

En el ámbito de la salud, la ética es fundamental. En la práctica diaria, los profesionales de la salud debemos seguir estrictas normas éticas para garantizar la integridad y el bienestar de los pacientes. Estas normas definen lo correcto e incorrecto en nuestro quehacer, existiendo situaciones en las que estas normas no se pueden seguir. Las urgencias, emergencias y catástrofes son situaciones especiales que obligan a modificar estas pautas. Aunque parezcan lo mismo, hay matices importantes entre estas tres situaciones.

URGENCIA: Situación que no amenaza de forma inminente la vida del enfermo, ni hace peligrar ninguna parte vital de su organismo o si lo hace es en el transcurso de varias horas.

EMERGENCIA: Situación de urgencia en la que la vida del enfermo peligra de forma inminente, requiriendo una actuación rápida y sin dilación.

CATÁSTROFE: Emergencia repentina, inesperada que requiere de una rápida respuesta ya que afecta a un gran número de personas. Las necesidades de atención sanitaria, son superiores a los recursos disponibles dando lugar a una desproporción entre demanda de asistencia y recursos.

Normalmente, ante situaciones de urgencia, se busca la atención del enfermo más grave o con más riesgo de afectación, pero cuando los recursos disponibles son inferiores a la demanda, (catástrofes, pandemia) debemos seleccionar a los pacientes en función de la máxima utilidad de las actuaciones. Debido a la desproporción entre demanda de asistencia y recursos existentes, nos encontramos ante un desafío ético, las decisiones que debemos tomar se harán con criterios sensiblemente distintos a los de las situaciones ordinarias En estas situaciones, se debe priorizar al enfermo que sea más probable que salga beneficiado. Esta determinación se debe realizar con suma presteza y en función no solo de la urgencia y gravedad del caso, sino, también, en las posibilidades de supervivencia en relación con los recursos disponibles. En estas situaciones, resultan correctas cosas que en situaciones normales no lo son.

Los criterios en los cuales se basa la toma de decisiones son consensuados por las sociedades científicas, permitiendo a los quipos sanitarios priorizar correctamente en esta difícil situación, y así aliviar la pesada carga moral de seleccionar pacientes para tratamiento, en detrimento de otros.

Durante la pandemia de la COVID-19, la demanda de camas de UCI y respiradores superó con creces la capacidad de los sistemas de salud en todo el mundo. Los equipos médicos se vieron en la encrucijada de tener que decidir a quienes tratar y a quienes postergar o incluso excluir de la atención médica, lo que planteó un dilema moral sin precedentes
En estas condiciones, hay que hacer “selección” de pacientes, esta acción en medicina, se denomina TRIAJE. Clasificación de pacientes de acuerdo con la urgencia (Travers, 2002).

¿Qué es el triaje? Esta palabra, deriva del vocablo francés “trier”, clasificación. El precedente de esta práctica se remonta a tiempos napoleónicos, en la medicina militar, en las batallas había una necesidad de distribuir a las víctimas de la guerra en grupos diferenciados con objeto de sistematizar la atención médica en el campo de batalla.
De manera genérica en medicina, es una práctica habitual de clasificación y establecimiento de prioridades. En urgencias, el triaje es el proceso de clasificación de pacientes en función de la gravedad de su afectación y la urgencia con la que necesitan atención médica. La finalidad es, asignar los recursos médicos de forma adecuada, priorizando a aquellos que más lo necesitan, y así, los pacientes más críticos recibirán atención inmediata, mientras que aquellos con afecciones menos graves puedan esperar de manera segura, Priorizamos el orden de atención, el uso de los medios materiales y humanos disponibles, y la evacuación si fuera necesaria.

Pero, ¿qué ocurre cuando la demanda de atención excede del número de médicos, respiradores, camas en UCI? En estas situaciones, el triaje adquiere un significado diferente. En estos casos, debido al gran número de víctimas y a la escasez de recursos disponibles, se deben tomar decisiones difíciles en tiempo real, priorizando a aquellos con mayores posibilidades de sobrevivir. En estas circunstancias, la evaluación ha de ser rápida debido al gran número de víctimas para determinar quiénes requieren atención inmediata, quiénes pueden esperar y quiénes, desafortunadamente, no pueden ser salvados.
En estas situaciones, la selección de pacientes debe ir dirigida a los enfermos que tengan más posibilidades de recuperación, no a los más graves.

En tales circunstancias, ninguna estrategia es óptima, completamente justa ni exenta de dolor. Todas las determinaciones que se tomen serán, en mayor o menor medida, debatibles. Lo que sí tenemos que tener claro es que las decisiones basadas únicamente en emociones y la ausencia de criterios consensuados pueden llevarnos a una situación de inoperancia e indecisiones. Aportamos orden al caos.

En estas circunstancias, lo ético es, no insistir en tratar a personas con urgencias sobrepasadas desperdiciando recursos escasos necesarios para otras víctimas. La finalidad es salvar la máxima cantidad de personas. Sin embargo, el médico debe tener compasión por esos pacientes, ayudarlos y respetar su dignidad, por ejemplo, aislándolos y dándoles calmantes apropiados, además si es posible pedir que alguien se quede con el paciente y no lo deje solo

En resumen, se debe actuar conforme a las necesidades de los pacientes y a los recursos disponibles, priorizando los tratamientos que salven el máximo de vidas y limitando la morbilidad al mínimo.

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