Un amigo me planteó que si contáramos los días que tenemos de fiestas y vacaciones al cabo del año nos echaríamos las manos a la cabeza
Así, como el que no quiere la cosa, han transcurrido ya tres semanas desde que regresamos de las vacaciones aunque, a estas alturas, tengamos la impresión de que haya pasado una eternidad. Ahora, a los que hemos regresado morenos como un café con leche largo de café o más enrojecidos que una gamba a la plancha, nos toca pasar mucha envidia cochina viendo a los que se toman las vacaciones en septiembre. La cosa esta de ir viviendo va a tanta velocidad que ya no nos acordamos de que, como quien dice, hace poco y menos andábamos zurriendo esos mundos por ahí, disfrutando de unos días de viaje que, antes de que por fin empezara agosto, parecía que no iban a llegar nunca. Pero igual que llegaron pasaron a la historia y aquí estamos otra vez, en el mismo sitio que antes de marcharnos, donde siempre hemos estado y donde hemos decidido seguir estando sin que nadie nos haya obligado a estar aquí de nuevo. Cómo me gusta liar la madeja. Y la prueba de que nada ha cambiado y que todo sigue igual que lo dejamos al marcharnos es que ya estamos en mitad de la Feria, lo que significa que esto ya ha comenzado otra vez y ya no hay quien lo pare.
La Feria inaugura en Yecla el nuevo curso festivo local que tras el verano nos devuelve a la realidad. La Feria es siempre la primera en llegar aunque podríamos los adultos darle una pensada y plantearnos la conveniencia de montar la Feria algunos días más tarde con el fin de que los más pequeñajos no tengan que soportar cada año por estas fechas, justamente coincidiendo con el inicio del nuevo curso, el suplicio de tener que volver al cole en medio del bullicio de las atracciones. Ese sí que es un verdadero estrés posvacacional y no el que supuestamente padecemos los padres. Pero cada pueblo tiene sus inamovibles costumbres y tradiciones y Yecla no iba a ser menos. La Feria pega el pistoletazo de salida en septiembre y tras ella ya sabemos todos de sobra lo que viene detrás, lo que nos espera, y que de nuevo un año más volverán a ser las principales fechas en las que Yecla se eche a la calle de manera masiva. Fiestas de la Virgen, Navidad, Carnavales, Semana Santa, San Isidro, verano… y vuelta a empezar. Y por en medio no se olvidarán de desfilar los santos que hablan con acento yeclano: San Antón, San Blas, San Marcos, Santa Cecilia. Oh, when the saints go marching in.
La Feria es en sí misma una noria, una ola que no deja nunca de dar vueltas y más vueltas hasta terminar deteniéndose siempre en el mismo sitio. No me digan que no es más que acertado el ingenioso símil. Gracias de parte de la abuela que ya no tengo. Un amigo, cuyo nombre me callo para que nadie sepa que se llama José Eduardo, me planteó una vez que si contáramos los días de fiesta y vacaciones que disfrutamos cada año nos echaríamos las manos a la cabeza. Y a mí me siguen pareciendo muy pocos. Fines de semana, puentes, festivos, verano… Como imagino que pasará en todos los pueblos, las Fiestas marcan nuestro calendario: Estamos en la Feria, enseguida llegarán las Fiestas de la Virgen y, antes de darnos cuenta, nos estaremos comiendo las uvas.
