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Yecla
jueves, 21 noviembre, 2024
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Entre bambalinas

Juan Muñoz Gil

¡Sí, la de cosas que se hilvanan durante una representación teatral entre bastidores o bambalinas! Son estos vocablos las dos formas de definir ese espacio donde puede ocurrir de todo pero nada de ello trascender al muy respetable público  expectante, que no acabará sabiendo nada más de cuanto se les cuente en la obra que se vaya a representar. Algo semejante a lo que durante la existencia de una persona transcurre en ese espacio oculto a los ojos de los demás, o sea, mientras se representa la función de su vida siempre hay un entorno determinado donde solamente uno mismo es el actor principal, porque mientras aguarda entre bambalinas a salir a escena, acontece entre tanto, esa otra historia que nunca transcenderá al publico con quien se convive.  Si se supiera lo que no se ve ni se sabe y lo mucho que se amaga para que no se sepa, el mundo dejaría de existir, aunque no el mundo, sino solamente el hombre sobre la faz de la tierra, porque nadie más que para él mismo (y ella también), sus vidas transcurren, tanto en el mundo real como a solas entre bambalinas.

Las gentes esconden en la caja fuerte de su intimidad acciones celosamente reservadas y nunca compartidas con nadie. El ‘top-ten’ de los secretos capitales generalmente viene a ser de cariz sexual, de parejas o autoestima, y es obvio que son éstos pecados los que predominan, aunque también se dan y se evitan igualmente otros tantos como  son la rabia, el desencanto social, creencias e ideología, pero siempre entre bastidores. Y así ocurre en Yecla como en tantos ámbitos habitables, donde notables personajes catalogados como posibles benefactores de las mayorías, persisten en la negación a colaborar en pro de un bien comunitario ante la negativa generalizada a tomar partido, creencia o doctrina, evitando el qué dirán si se lanza a los cuatro vientos un particular apego a determinadas ideas, religión o política, aun siendo en lo que verdaderamente se cree, aunque esa simpatía deberá quedar velada entre bambalinas. Y es por lo que las instituciones se deterioran y degeneran al no existir la valentía de afrontar el reto que podría suponer el logro de bienestar y progreso de toda una comunidad, resultando terreno trillado para oportunistas ineptos que solo buscan el lucro propio. Y cada vez es menos factible la esperanza  de que líderes diligentes y laboriosos, que hayan de antemano demostrado su eficacia en actuaciones personales y brillar con méritos propios, estén dispuestos a encarar la osadía de tomar partido por ese prurito instituido en la sociedad actual de no dar a la luz certidumbres y opiniones asumidas manteniéndolas celosamente custodiadas entre bambalinas.

En Yecla, como en tantos otros sitios, es en la barra de los bares donde solamente se menoscaban  problemas tan esenciales e ineludibles como son, concretamente en nuestro caso: un Plan urbanístico nuevo ya; y que las casas deshabitadas sea factible su reforma ante la demanda actual de viviendas; la creación de parkings  que permitan hacer más calles peatonales; reparación de caminos vecinales necesarios para el tránsito a tantas casas de campo existentes; la creación de un Instituto de Formación Profesional tan necesario en una ciudad industrial como es Yecla; desdoblar el tramo de la Carretera de Villena entre fábricas para agilizar el  tráfico y la problemática de inundaciones continuas; concluir las obras que se eternizan como el Mercado Central y la Sede de la Policía Nacional; establecer cursos obligatorios de formación para los emigrantes tanto de lengua como de historia, porque nunca se llegará a amar lo que no se conoce; exigir el funcionamiento real del Hospital desarrollando su potencial en todos los campos médicos que en un principio le fueron asignados; una Policía Local efectiva haciendo su servicio recorriendo a pie las calles del pueblo y utilizar los coches solamente en emergencias; y también vigilar el incontrolable transito perruno ocupando las aceras,  etc. etc.

Y a escala Nacional, insistir desde el consistorio a convocar Elecciones Generales para poner fin al triste desconcierto político que España está atravesando, y dejar ya de remolinear entre bambalinas, o como dice la canción “España en marcha” de Paco Ibáñez, con letra de Gabril Celaya: “¡A la calle que ya es hora de pasearnos a cuerpo!” descubriendo ese particular espacio reservado e intimo tan disimulado entre bambalinas.

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