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sábado, 21 diciembre, 2024
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La Navidad que fue y que vuelve a ser

Juan Muñoz Gil

Es la Navidad una celebración que disfruta la mayoría de las familias de todo el mundo. La parentela de cualquier clan trata de reunirse dando fe de su presencia ante sus seres queridos al menos por unas horas, razón de la tan venerada conmemoración cuyos encuentros confirman poder volverse a encontrar un año mas. La vida que todo lo cambia de un día para otro, causa de la singularidad esencial de toda existencia, se resiste a no realizar al menos la hermanada cena que desde ni se sabe cuándo se viene cumplimentando y vivir de mil maneras posibles, bien ante una suculenta mesa de mariscos, el pollo o pavo tan tradicional, los mas exquisitos dulces y vinos de especiales añadas, o también con el mismo júbilo y hasta con mas alborozo, otras muchas familias la viven en torno a una lumbre de toda la noche comiendo cascarujas y cantando villancicos, a la vez que se rasca con una cuchara el relieve de una botella de anís, zambomba y pandereta.

Tantos unos como otros al final consiguen el propósito de hermandad y familiaridad que proporciona tal armonía navideña, porque la Navidad es así, y es esa la justificación de su arcana pervivencia, ya que en épocas anteriores al cristianismo concretamente la romana, nos queda constancia escrita de su historia. En aquellos entonces se celebraba como las Saturnales, coincidiendo con el solsticio de invierno que transcurría en los días oscuros del año, causa de la paralización de todas las labores agrícolas y ocasión para que las gentes hiciesen entre si regalos, celebrando como ahora grandes banquetes y adornando y coloreando sus entornos vitales, quedando la Navidad instituida como un símbolo implícito en la esencia misma del ser humano.

Y además de los regalos y adornos con que la Navidad se complementa, son sus luces y colores el ornamento por excelencia con que se engalanan ciudades, pueblos, establecimientos y viviendas. Esta ingeniosidad viene de largo, ya que era costumbre entre los días 17 y 23 de diciembre, celebrados en honor de Saturno dios de la agricultura, permitiéndose entonces hasta que los esclavos pudiesen sentarse a comer a la mesa de sus dueños, y a la vez ellos, adornaban sus humildes estancias de colorines, ramas de verde juma, tiras de tejidos y pinturas, todo para simular, aunque fuese de forma esporádica, la pompa de las casas de sus amos repletas de estatuas, jarrones, cristales refulgentes, cortinajes de terciopelo, mosaicos y murales historiográficos, de ahí su continuidad en el tiempo al ser, no solamente los poderosos, sino también la gente de a pie quienes continuaron rememorando esa costumbre arcaica en la que se intenta vivir contrarrestando la oscuridad presente de las hojas caídas, la bruma de un sol agonizante y el silencio natural que la Naturaleza que en esos días envuelve todo los entornos de soledad y silencio, por lo que desde siempre se motivó a las gentes a teñir el ambiente y revitalizar los ánimos apocados a que los desabridos inviernos conllevan.

Y esta celebración equinoccial que de tal modo ha impactado en la historia del hombre, ha ido cambiando con el tiempo para ir perfilándose según las circunstancias. Ya anterior a las Saturnales, en la Grecia clásica se celebraban las Tesmoforias, preámbulo de lo que sería la Navidad años después, donde las mujeres eran las protagonistas motivadas a prepararse como la misma tierra para que su fertilidad resultase propicia, en tanto los hombres en esos días de asueto se entregaban a los placeres dionisiacos, y fue así como transcurrido el tiempo hasta hoy, han llegado los Belenes, Papá Noel, San Nicolás, el Árbol navideño o la invasión de luces LED, impuestos según la potencia económica y política del país donde se fomentan, todo ello centrado hoy en una explotación desorbitada que aprovecha estas celebraciones milenarias abocando al mundo a un desenfreno consumista y produciendo esa anomalía generada con el tan reiterado Cambio Climático trastocándose la marcha ordinaria de la Naturaleza, la que cansada de desagravios puede acabar por imponer su ley y ocasionar un autentico desconcierto, al poder ser capaz de trastocar la función natural tanto de plantas como de animales y personas. Aunque por ahora queda todo en advertencias o entredicho, por lo que una vez más, Feliz Navidad.

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