Si hay un pueblo en el que encuentres opiniones para todos los gustos, para dar y tomar, sin ton ni son, ese pueblo es Yecla
Antonio M. Quintanilla
“De Interés Turístico Internacional” es sin lugar a dudas la muletilla (y que perdonen los antitaurinos la alusión al arte de Cúchares), con la que siempre recordaremos 2024 a raiz de haber conseguido la susodicha y ansiada catalogación las recientemente finalizadas Fiestas de la Virgen de Yecla. Si la Fundeu fuera de origen yeclano con toda seguridad elegiría “de Interés Turístico Internacional” la expresión del año. Aunque por muchas ganas, y más que merecidas porque se las han ganado a pulso, que tuviéramos de que otorgasen la declaración a nuestras Fiestas más centenarias he caído en la cuenta estos días de que en este pueblo ya tenemos desde hace siglos otra celebración con la misma o superior clasificación igualmente seguida con desaforada y multitudinaria pasión en Yecla, aunque hasta ahora nunca habíamos caído. Me refiero a la Navidad, que no tiene competencia en cuanto a que es la festividad con más Interés Turístico Internacional en todo el mundo y parte del extranjero, o sea, Yecla.
La Navidad, que despierta tantísimo entusiasmo entre nuestras familias, amistades, empresas, calles y plazas, aunque bien cierto es que aquí comenzamos a encenderla más tarde que en el resto del Planeta de Agostini. Como digo siempre que puedo: si actuáramos y pensáramos todos con la misma lógica ilógica y todos actuáramos con las mismas trazas esta vida sería un completo aburrimiento y un insoportable tormento. Pero si hay un pueblo en el que encuentres opiniones para dar y tomar, sin ton ni son, para todos los gustos, ese pueblo es Yecla. Y la Navidad no solamente es el más antiguo de todos los festejos que disfrutamos en esta de vez en cuando muy noble, leal y fidelísima, sino que desata las mismas reacciones a favor y en contra que todas los grandes fastos más aclamados.
De aquí a nada estaremos cantando, que no entonando, villancicos, terminando los belenes, repasando las bombillas de colores que un año más volverán a estar casi todas fundidas, colgando los últimos adornos en el árbol, puertas y ventanas, comiendo dulces y pimplando bebidas espirituosas hasta que el nivel de azúcar y alcohol se nos salga por las orejas y acudiendo sin descanso a comidas, cenas, aperitivos, tardeos y demás fiestorros navideños como si fuera la última Navidad de nuestra vida o como si después de Reyes la báscula se fuera a apiadar de nosotros. Y al mismo tiempo, oh, my god, volverán a ponernos la cabeza a punto de hervir con sus cantinelas y monsergas de todos los años por estas fechas los detractores y partidarios de la Navidad, entre los cuales los que más me divierten a mí sobremanera son los que no te felicitan la Navidad ni el Año Nuevo sino las Saturnalias. Será porque quienes así se expresan estos días deben dedicarse a la agricultura y de ahí su deseo de dar gracias a Saturno por la buena cosecha. Con lo fácil que es irte con la música a otra parte, poner tierra de por medio si la Navidad o cualquier otra fiesta local no te agrada aunque esté declarada de Interés Turístico Internacional. Pero, aún así, nunca olvides que si te puedes ir de vacaciones estos días es porque a Yecla ya ha llegado la Navidad.
