Antonio M. Quintanilla
A propósito de las ‘Crónicas yeclanas’ que escribí la pasada semana en torno al turismo de interior, y más concretamente de fin de semana o de escapada, en el que se está abriendo paso nuestra pequeña ciudad o nuestro gran pueblo, que para el caso viene a ser lo mismo, un amigo mío de esos que siempre le dan mil vueltas a las cosas, y más cuando se trata de calentarnos la cabeza con Yecla y los yeclanos, me hizo la siguiente reflexión a modo de crítica burlona: “Está muy bien eso de poner a Yecla por las nubes con las mil y una maravillas que quienes nos visitan pueden conocer cuando nos visitan, pero creo que antes de animar a la gente a que venga a conocer Yecla o convencernos de que Yecla tiene también su atractivo para ese tipo de turismo, tendríamos que ser los yeclanos los primeros en estar interesados en hacer de turistas en nuestro propio pueblo”.
Mi amigo fue tan contundente porque está convencido de que somos los yeclanos los primeros que no conocemos Yecla como debiéramos. Y creo, aunque es poco más que una apreciación personal, que a lo mejor, mire usted por dónde, mi amigo quizás no vaya mal encaminado. Estos días hablaba con otros conocidos que tras leer en este periódico que el ‘Museo de réplicas de El Greco’ de Juan Albert Roses iba a volver a abrir sus puertas tras haber sido restaurado con carácter de urgencia me respondieron ante mi asombro: “Pues mira, iremos a verlo porque todavía no lo conocemos”. Mis amigos, son yeclanos de pura cepa, han nacido aquí, viven aquí y los más seguro es que terminen sus días aquí. Imagino que lamentablemente habrán otros muchos yeclanos que también estén un poco a dos velas en cuanto a los principales sitios de interés de Yecla que merece la pena visitar.
Para no ser pájaro de mal agüero no pasaremos por alto que en la misma medida hay muchos yeclanos, esperemos que sean muchos, bastante más de los que pensamos, que por el contrario sienten interés por descubrir nuestro patrimonio artístico y cultural. Porque una cosa es segura, si me permiten la guasa, lo que es al cien por cien seguro es que nuestro patrimonio gastronómico nos lo conocemos a la perfección todos y cada uno de los que llevamos en el carné que hemos nacido en esta noble, leal y fidelísima. Y también pongamos en valor el empeño de nuestros colegios e institutos (de pequeñico crece el arbolico), por acercar a sus alumnos a esas mil y una maravillas que atesoramos en Yecla, dicho sea exagerando solo lo justo y necesario. Y para no tirar la piedra y esconder la mano, la última vez que he ido al teatro uno de los amigos que me acompañaba me tiró directo a la yugular: “Sin mirar hacia arriba dime quiénes son los cuatro escritores del Siglo de Oro que están retratados en el techo, haciéndole compañía a Concha Segura. “¿Verdad que no lo sabes? ¡Pues a ver si cuentas también en el periódico que te he pillado. Mucho hablar, mucho hablar, de que tenemos que conocer mejor Yecla pero hay cosas que casi todos desconocéis!”. Tocado y hundido. No les digo el nombre de los cuatro escritores para no quedar demasiado pedante. Prométanme que irán ustedes a descubrirlo.