Llama la atención que nunca haya surgido una iniciativa sólida y definitiva en Yecla para intentar sacar adelante los museos del mueble y del vino
Antonio M. Quintanilla Puche
Tres meses y volverá a abrir sus puestas la Feria del Mueble, que es como un museo vanguardista e itinerante que se actualiza cada año. Vanguardista, porque expone los fabricados más novedosos de nuestra principal industria; e itinerante porque la Feria continúa recorriendo año tras año la evolución del mueble yeclano desde su primera edición en 1961. Echándole toda la imaginación que haga falta, podríamos darle a la Feria la categoría de museo vanguardista e itinerante para consolarnos ante el hecho de que somos muchos los que seguimos sin explicarnos cómo a estas alturas Yecla no tiene ya su museo del mueble de verdad. Otras ciudades disfrutan ya de sus espacios museísticos (ahora queda más moderno llamarlos ‘asín’), dedicados a sus tradiciones más arraigadas o a la principal actividad económica en concreto por la que es conocida cada localidad.
Ejemplos cercanos: el Museo del Turrón de Jijona, los Museos del Vino de Jumilla y Bullas, el Museo del Esparto (a pocos kilómetros de Yecla podemos visitar el de Cieza y Archena), el Museo del Calzado de Elda, el Museo del Juguete de Ibi, el Museo del Mueble de Alicante, y tantos otros que a buen seguro a usted le vendrán a la mente leyendo estas líneas. Porque podríamos añadir otro sinfín de museos ubicados a lo largo de toda nuestra geografía destinados a la etnología, artesanía e historiografía de cada población. O, por el contrario, otros más atípicos dedicados a multitud de rarezas, originales colecciones particulares y curiosidades más o menos extravagantes e insólitas que, dejando a parte los gustos de cada cual, reconozcamos que consiguen atraer en mayor o menor medida a un considerable número de visitantes foráneos.
Hace pocos días hemos recorrido sorprendidos el Museo de la Música de Yecla, y digo sorprendidos porque nunca hubiera imaginado que nuestro pueblo albergara tanta historia musical como para ser expuesta con semejante acierto y detalle con el que se ha unido al resto de nuestro patrimonio local de importantes museos yeclanos que todos conocemos y que muy pronto se incrementará con la sorpresa que nos están preparando en la Iglesia Vieja. Pero entre todos los museos que podamos reclamar para Yecla llama la atención que nunca haya surgido una iniciativa sólida y definitiva para intentar sacar adelante un museo del mueble y un museo del vino y de nuestras raíces agrarias, a pesar de voces insistentes como la de Pepe Puche Forte. ¿Verdad que a usted como a mí algún forastero le ha preguntado en alguna ocasión porqué Yecla no tiene su museo del mueble o del vino? Además de contar con un otro buen aliciente de cara a quienes nos visitan, conseguiríamos evitar que se pierdan para siempre huellas de nuestro pasado esenciales para entender la Yecla de hoy. Herramientas, utensilios, maquinarias que cimentaron nuestro mueble y agricultura junto a paisanos pioneros con nombre y apellidos. Nadie duda de que si hiciéramos un llamamiento a los yeclanos para que aportaran a dichos museos toda clase de piezas que guardan en sus casas y empresas necesitaríamos abrir varios museos para poder exponerlas todas.
