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martes, 1 abril, 2025
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Ejercicio y Cáncer

Ángel del Pino

La dieta y la actividad física son dos conceptos que afectan directamente a la rapidez con la que envejecemos. Llevar un estilo de vida donde cuidemos nuestra alimentación, y realizando ejercicio continuado, podemos ayudar a frenar este proceso y contribuir a un envejecimiento más saludable.

Unido a este beneficio reconocido sobre un envejecimiento saludable, cada día hay más evidencia de que realizar ejercicio de manera rutinaria puede reducir el riesgo de desarrollar cáncer. Numerosos estudios científicos han vinculado la actividad física con un menor riesgo de varios tipos de cáncer, como el colorrectal, de endometrio y de mama postmenopáusico. Así mismo, algunos estudios indican que la actividad física podría reducir el riesgo de cáncer de esófago e hígado. Los numerosos estudios existentes estiman que podría reducir hasta un 30% el riesgo de desarrollar cánceres como el de mama, colon, vejiga, endometrio, esófago y estómago. Además, se ha demostrado una reducción del 20% en el riesgo de mortalidad específica por cáncer para aquellos que se mantienen físicamente activos.

El ejercicio no solo ayuda a mantener un peso saludable, sino que regula hormonas que podrían contribuir al desarrollo del cáncer y, además, fortalece nuestro sistema inmunitario, lo cual es fundamental para la prevención de enfermedades.
Una ventaja adicional del ejercicio es que reduce el tiempo que pasamos sentados. La evidencia sugiere que pasar mucho tiempo sentado, independientemente de cuánto ejercicio se realice, aumenta la probabilidad de desarrollar varios tipos de cáncer, así como obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardíacas.

En España, según datos del INE, solo el 37,7% de la población adulta realiza actividad física regular, mientras que el 27,4% de la población se declara sedentaria.
El beneficio de realizar ejercicio no solo es bueno en la prevención del cáncer, sino que también está demostrado que es muy beneficioso durante el tratamiento de la enfermedad. La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) ha destacado la importancia del ejercicio físico, no solo como medida preventiva del cáncer, sino también como una herramienta valiosa durante el tratamiento de la enfermedad. El ejercicio tiene un impacto positivo en la supervivencia y mejora significativamente la calidad de vida de quienes están enfrentando el cáncer.

Los diferentes estudios realizados demuestran que los enfermos de cáncer que hacen ejercicio mejoran su capacidad respiratoria, incrementan la resistencia y fortalecen su sistema cardiovascular. También reducen la fatiga y disminuyen la sensación de cansancio, mejorando la energía y el ánimo. En general, mejoran la percepción de salud y aumentan la sensación de bienestar general.

BARRERAS PARA LA ACTIVIDAD FÍSICA EN PACIENTES

A pesar de estos beneficios, muchos pacientes con cáncer no se mantienen físicamente activos debido a diversas barreras. Los pacientes, a menudo, no reciben suficiente información de sus oncólogos y otros profesionales de la salud sobre los beneficios del ejercicio. Otro factor que impide a los pacientes de cáncer realizar ejercicio es el estado emocional y físico de estos, ya que puede afectar su motivación para mantenerse activos. Algunos pacientes temen que el ejercicio pueda provocar efectos adversos o empeorar los efectos secundarios del tratamiento. Por último, otra barrera para que los enfermos de cáncer realicen ejercicio es que no todos los pacientes tienen fácil acceso a instalaciones deportivas o a programas adaptados a sus necesidades.

Estas barreras se podrían salvar con una educación por parte del personal sanitario a los pacientes sobre cómo el ejercicio puede integrarse de manera segura en su plan de tratamiento. Sería importante que los enfermos y familiares recibieran, por un lado, orientación profesional para superar los temores sobre realizar ejercicio, y por otro, se les ofreciera información sobre ejercicios adecuados para su condición. Es fundamental establecer estrategias de apoyo psicológico y programas de ejercicio adaptados que puedan ayudar a aumentar la motivación. Es esencial desarrollar recursos y programas accesibles que faciliten la participación de todos los pacientes en actividades físicas seguras y efectivas.

En conclusión, el ejercicio físico es una herramienta poderosa en la lucha contra el cáncer, tanto en la prevención como durante el tratamiento. Es vital que se aborden las barreras que impiden a los pacientes mantenerse activos, proporcionando información adecuada, motivación y acceso a programas de ejercicio adaptados. De esta manera, se puede mejorar la calidad de vida y los resultados de salud en la población afectada por el cáncer.

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