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martes, 1 abril, 2025
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Más vale prevenir que curar

Profesores y familias están de acuerdo por unanimidad que limitar el uso de las pantallas en Infantil y Primaria solo conllevará consecuencias positivas

Antonio M. Quintanilla

Antes o después tenía que saltar el debate sobre hasta qué punto es conveniente que los alumnos más pequeños utilicen las pantallas en los colegios. Los niños imitan lo que ven en casa, por eso les hemos contagiado la exagerada, y casi patológica, atracción a los móviles a los que los adultos estamos pegados como lapas. Sin duda seguiremos hablando por tiempo indefinido de la omnipresencia de las pantallas en nuestra vida y en nuestra sociedad. Y Yecla no se escapa. Donde vayas ves a todo el mundo más pendientes de sus móviles que de las personas con las que está compartiendo una conversación, una comida o un antes saludable paseo a pie o en bicicleta. También es muy común cruzarte con paisanos que no levantan la vista de sus teléfonos ni cuando caminan por las calles y que, como en esos vídeos humorísticos que emiten a todas horas, en ocasiones están a punto de sufrir un traspies o darse un trompazo por caminar abducidos por su móvil.

 

Por eso, bienvenida sea este debate y ojalá no se politice para que no perdamos el norte a la hora de moldear nuestra opinión. Sabido es que en cuanto se politiza un tema a todos nos puede más el querer quedar bien ante unos y otros, dependiendo de sus ideologías, que expresar nuestro verdadero parecer, no vaya a ser que según pensemos nos tachen al escucharnos de muy, muy fachas o muy, muy rojos. Por el momento parece ser que los responsables educativos están de acuerdo por unanimidad en que limitar el uso individual de las pantallas a partir del próximo curso escolar entre los más pequeños de Infantil y Primeria, quizás por aquello de que “desde pequeñico hay que criar al arbolico”, solo conllevará consecuencias positivas.

 

En Secundaria, cada instituto establecer los límites según sus criterios ya que es en ese tramo de edad “donde empiezan todos los problemas de hipersexualización, fobia escolar, acoso, sobreuso, adicción, dependencia», según alerta la nueva normativa que del mismo modo han acogido con sumo agrado las familias porque ellas más que nadie padecen a diario la adicción tecnológica de sus hijos desde una edad cada vez más temprana. (Conozco a unos amigos que en su casa, al igual que los pistoleros de las peliculas de vaqueros cuelgan sus armas en un perchero al entrar al ‘saloon’, sus hijos tienen la obligación de dejar sus móviles en el mueble de la entrada y solo pueden cogerlo con la preceptiva autorización de sus progenitores. Bravo por ellos). ¡Hombre, no digo yo que los colegios tengan que volver a implantar los cuadernos Rubio de escritura… pero casi! Más vale prevenir que curar. La mayoría de jóvenes tiene una letra que para descifrar lo que escriben es necesario llamar a un entendido en jeroglíficos egipcios y alfabeto etrusco. Hoy se entiende mejor la siempre ilegible letra de los médicos que la de nuestros hijos. Por no hablar, siempre según cuentan los profesionales de la enseñanza, de la consabida comprensión lectora que, continúa brillando por su ausencia, y del famoso y temido informe Pisa que sigue dejando a nuestros alumnos a la altura del betún. Aunque dejemos ese tema para otra ocasión.

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