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lunes, 14 abril, 2025
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¿Una fiesta o una celebración?

Muchos detestan llamar fiesta a la Semana Santa porque entienden que es más un tiempo de meditación que de jolgorio propiamente dicho

Antonio M. Quintanilla

Han pasado 365 días desde el jueves del año pasado anterior al Viernes de Dolores, o como dicen ahora en tono remilgado, justamente hoy hemos completado una vuelta al sol. Obviamente, calculado desde el punto de vista del astro sol, y hasta que no expire la mundanal existencia que cada uno llevamos a rastras, efectivamente todos los días completamos una vuelta al sol sin poder hacer nada para evitarlo. Mañana comienza en nuestro pueblo una nueva Semana Santa con la procesión de las Siete Palabras que recorrerá nuestras calles desde San Nicolás hasta la Basílica. No recuerdo el año con exactitud pero la procesión de las Siete Palabras, la del Cristo de la Sangre y el Perdón y la Penitencial del Rosario han sido las últimas en incorporarse a los desfiles pasionales yeclanos. En la actualidad tenemos procesiones a diario desde el citado Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección, a excepción del Miércoles Santo que por ahora las cofradías se siguen reservando para prepararlo todo con el mínimo detalle de cara a los días grandes que comienzan en Jueves Santo. Cuando éramos más jóvenes la primera procesión era siempre la de Las Palmas.

 

El Domingo de Ramos era el pistoletazo semanasantero de salida cuyos inicios se pierden en el túnel del tiempo, al igual que ocurre en medio mundo, con esta celebración a la que muchos detestan llamar fiesta porque entienden que la Semana Santa, posterior a la Cuaresma, y dejando el domingo donde sale nuestro ‘diablico yeclano’, es más un tiempo de meditación que de jolgorio propiamente dicho. Esa disyuntiva entre celebración y fiesta ha sido la que me ha empujado a indagar dónde y cómo podemos distinguir la diferencia entre celebración y festividad. Y más en concreto en qué se diferencia lo tradicional de lo popular. Y para ello en estos casos lo mejor siempre es abrir las páginas de internet para intentar aclararnos un poco las ideas. De esta forma he llegado a la web del Instituto Cervantes y este ha sido el resultado de mi búsqueda: “Fiesta tradicional es aquella que tiene sus raíces en las costumbres y valores heredados de generaciones pasadas.

Estas fiestas suelen tener un fuerte vínculo con la historia, la religión o las tradiciones culturales de un lugar. Se celebran siguiendo rituales establecidos que se han mantenido a lo largo del tiempo”. “Fiesta popular se refiere más a una celebración que surge de las comunidades o pueblos, y tiene un enfoque más social y festivo. Aunque pueden coincidir con tradiciones antiguas, las fiestas populares se centran en la participación colectiva y el disfrute de los ciudadanos. A menudo incluyen música, danzas, comidas y bebidas típicas”. Sin querer ser muy tiquismiquis llegamos a la conclusión de que todas las celebraciones y fiestas que perduran a lo largo del tiempo son a partes iguales tradicionales y populares. Seguro que no estoy descubriendo nada nuevo a ningún yeclano pero cuando llegan estas fechas complace repasar estos criterios por si queda algún jovenario despistado o de cara a los extranjeros que van llegando a Yecla a buscarse las habichuelas.

 

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