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Yecla
martes, 26 noviembre, 2024
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Este año no habrá Fiestas de la Virgen

Desde que se declaró el estado de alarma en toda la geografía nacional por la crisis sanitaria creada por el Covid-19, todo fue nuevo y todo fue distinto. Ello motivó respecto a la celebración de las Fiestas de la Virgen, el tomar una decisión difícil, con criterio y responsabilidad por parte del alcalde como Órgano Superior de Gobierno, y del presidente de la Asociación de Mayordomos como Órgano Superior de Mando, tal como se recoge en las actuales Ordenanzas, poniendo por encima de todo, el salvaguardar la salud de los ciudadanos, a sabiendas que la decisión aunque dolorosa, fue acertada, coherente y sensata.

En los primeros días del mes de diciembre coincidentes con las Fiestas, Yecla aparecerá soñolienta, envuelta en un largo silencio que quizás ni la propia ciudad pueda entender ni imaginar. No habrá Pregón de fiestas. No se oirá la voz poética del pregonero ni los aplausos del público, al glosar con emoción y sentimientos la figura de María y el anuncio unas fiestas tricentenarias. No oiremos en la mañana del cinco de diciembre el disparo de los quince cohetes desde la balconada del Ayuntamiento, y su contestación por otros quince desde la explanada del Santuario del Castillo, mientras el reloj de la Plaza Mayor anuncie con sus toques el comienzo de las fiestas patronales tras la celebración del protocolario acto del “Beneplácito”. No se escuchara en la tarde del referido día, el sonido de las cajas acompañando a los “Tíos de las Punchas”. Ni habrá concentración de la soldadesca en la sede social de la Asociación de Mayordomos en la fría mañana del día 6, para realizar el traslado de Banderas, ni se celebrará la tradicional y antiquísima “Misa de Pajes”.

No escucharemos los aplausos del público ni las emotivas y entrañables letras de los himnos, cantados por las escuadras en su paso hacia la Plaza del Concejal Sebastián Pérez para la celebración del “Beso a la Bandera”·.

En la madrugada del día siete, muchos yeclanos no podremos conciliar el sueño, pese a no escucharse durante la Alborada el estampido de los arcabuces anunciando la llegada de un nuevo día. Ni oiremos el fragor de la pólvora quemada por los serpenteantes caminos de ascenso al Santuario en una mañana limpia, serena, fresca, de una azul intenso y profundo. Ni las campanas del eremitorio anunciarán en constante y largo tintineo la salida de la Patrona. No podremos escuchar el saludo de la primera autoridad municipal cuando la imagen de la Virgen llega a la Plaza Mayor, con tres ¡Vivas Rotundos!.., ¡sinceros!…, ¡emotivos!… salidos del corazón, ni la enorme mole de la Basílica, quedará al igual que en otras fiestas, envuelta en una gigantesca nube de pólvora quemada tras las impresionantes y atronadoras “arcas cerradas”.

No habrá ofrenda, ni músicas, ni escuadras, ni mantilla, ni sonrisas de cientos de “tiradores”, ni de miles de yeclanos presenciando el cortejo, ni de escuadras desfilando marcialmente por las rectas e iluminadas calles de Yecla.

El día ocho de diciembre, festividad de la Patrona, no podrá celebrarse la solemne función religiosa –pese a que la imagen de la Patrona presida desde hace ya bastantes días el altar mayor de la Basílica, en una “Bajada” inesperada y prematura, organizada por la autoridad eclesiástica–, ni tampoco se celebrará la proclamación de clavarios ni la tradicional procesión.

La calle de San José no estará como otros años repleta de yeclanos esperando expectantes el disparo de los tradicionales “castillicos”. Ni podremos ver al Mayordomo de la Bandera en su ascenso por la calle de San Francisco jugando la Bandera, con su mirada fija en el “paje”…, en su familia…, en sus seres queridos…, en su Patrona ,envuelto en una blanca y espesa niebla, producto del  incesante disparo de arcabucería.

Y cuando llegue el día de la “Subida” no se habrá celebrado la “Minerva”, ni el retumbar de los arcabuces inundará de humo y de pólvora el atrio de la Basílica en unas nuevas y espectaculares “arcas cerradas”. No se oirá el recio sonido de los arcabuces avisándonos que la Patrona retorna a su santuario.

Cerremos por un instante los ojos tras la lectura de este artículo pensando que todo ha sido un bonito e imaginativo sueño, pero también siendo conscientes que este mes de diciembre no se podrá vivir todo este compendio de actos del ritual y de sus ceremonias. En estos momentos es tiempo de seguir al pié de la letra lo dictado por las autoridades civiles y sanitarias para evitar que esta terrible pandemia, no se lleve a más ciudadanos ni a más seres queridos. Solamente pedir y desear que el próximo cinco de diciembre, Yecla aparezca repleta de las tradicionales “colgaduras” en todos los balcones y ventanas de la ciudad, como una forma de recordar que en el año 2020, el Covi-19, fue el culpable de no poder celebrar las tradicionales fiestas de la Virgen.

Alfonso Hernández Cutillas

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