>La fragmentación de nuestro Congreso de los Diputados en cuatro grandes fuerzas políticas, sin olvidar tampoco a Unidad Popular y los partidos nacionalistas, que también son actores claves en la cámara legislativa, no permite otra lectura diferente que la de comprender que nos encontramos en una nueva etapa de nuestra todavía joven democracia.
La fragmentación de nuestro Congreso de los Diputados en cuatro grandes fuerzas políticas, sin olvidar tampoco a Unidad Popular y los partidos nacionalistas, que también son actores claves en la cámara legislativa, no permite otra lectura diferente que la de comprender que nos encontramos en una nueva etapa de nuestra todavía joven democracia. Una etapa que reclama liderazgos capaces de dialogar, llegar a acuerdos y marcar la agenda de cambio que piden los ciudadanos españoles.
Porque el análisis a renglón seguido que debe hacerse de las pasadas elecciones es que los votantes también han pedido cambio. Hubo un enorme rechazo al Partido Popular (no obstante, fue el mayor desplome de un partido de gobierno en toda nuestra democracia) que, bajo el paraguas de su mayoría absoluta, impuso polémicas reformas como la nueva ley de educación LOMCE o la Ley de Seguridad Ciudadana y que recortó en todas las grandes áreas sociales (Sanidad, Educación y Dependencia) a la vez que premió bajo una amnistía fiscal a los grandes evasores. Los españoles no quieren más gobiernos del PP.
Así pues, en este escenario, con la necesidad de diálogo y de cambio que demanda nuestro país, la responsabilidad no puede recaer en otro partido que en el Partido Socialista y en el liderazgo de Pedro Sánchez. No hemos de remitirnos únicamente a los últimos 35 años que demuestran que los socialistas hemos sido capaces de transformar y vertebrar España, sino que, mucho más recientemente, tras las pasadas elecciones municipales de mayo, se ha podido comprobar otra vez que esa capacidad para asumir los nuevos retos que demandan los votantes sigue intacta en nuestro ADN socialista al ser capaces de llegar a pactos con numerosas fuerzas políticas para obtener el cambio en municipios y Comunidades Autónomas que así lo reclamaban.
La hoja de ruta de Pedro Sánchez pasa por proponer ese gran pacto transformador que recupere todos los derechos perdidos estos últimos cuatro años, que convierta a España en un país de oportunidades para los emprendedores y los jóvenes, que garantice empleos dignos y de calidad y que modernice las instituciones del Estado. En otras palabras, un gran pacto del cambio, de izquierdas, que la mayoría de los ciudadanos han reclamado.
Es ahora cuando ha llegado el momento de dialogar y acordar, pensando en lo que necesitan las personas. El PSOE ya ha puesto encima de la mesa un documento del cambio donde las líneas rojas de negociación son los derechos y el bienestar social en lugar de los territorios. Ahora el resto de partidos deben decidir si apoyan al PP que solo ofrece más de lo mismo, o quieren sumarse a este cambio.
