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domingo, 24 noviembre, 2024
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«»París es una ciudad increíble, no me canso de pasear por sus calles»»

>Hace ya algunos años que Pilar Díaz Polo (1986) terminó Turismo en la Universidad de Alicante. Tras vivir la experiencia Erasmus descubrió las oportunidades que otros países pueden ofrecer, y se dio cuenta de que le gustaban los idiomas, viajar, conocer gente y diferentes culturas

CLAUDIA GARCÍA

Al llegar a París empezó en un hotel como camarera, pese a que su nivel de francés era bajo. A los tres meses encontró trabajo en la recepción de un pequeño hotel, una cadena española donde todos los trabajadores eran españoles y la mayoría de sus clientes también. Allí estuvo unos dos años, en los que se dio cuenta que de verdad le gustaba su trabajo. Después se cambió a otro hotel de 1025 habitaciones, el más grande de París, también de recepcionista, donde actualmente sigue trabajando.
"Odio los prejuicios, todavía más desde que vivo en una ciudad con tanta mezcla de culturas y religiones.También»clichés» como que los españoles gritamos mucho y todos los días dormimos a la siesta,¡y odio la lluvia!, lo cual se lleva mal en París", comenta Pilar Díaz.

¿Cómo surgió la idea de irte a vivir al extranjero? ¿Por qué Francia?
La verdad es que en Yecla tenía trabajo, pero, dadas las condiciones económicas del momento, no recibíamos el sueldo regularmente a final de mes y las condiciones eran cada vez más inestables, por lo que tomé la decisión de irme al extranjero. En esos momentos estaba yendo a clases de francés, ya había vivido durante diez meses en Inglaterra y quería probar algo nuevo.

¿Qué tal fue tu adaptación?
Al principio vine como Fille Au Pair, es decir, para quedarme con una familia en La Bretagne y cuidar de los niños. La adaptación con ellos fue complicada, sin embargo, tuve la suerte de conocer desde la primera semana a gente increíble en los cursos de francés que enseguida me acogió. Aun así, la situación con la familia no era muy buena y por ello decidí irme a París y probar suerte buscando un trabajo de verdad.

¿Cómo es la vida en París?
Al venir de una ciudad como Yecla, que guarda un poco su espíritu de pueblo, al principio me sentí un poco perdida. París es muy grande y su gente es muy independiente. Aunque en cuanto creas tu círculo de amigos y te acostumbras a tu vida es más fácil. Yo tuve mucha suerte, pero tengo muchos amigos que lo han tenido muy difícil aquí. Encontrar piso es más complicado que encontrar trabajo, es como un casting. Yo he visto colas de más de treinta personas en la puerta de un edificio para visitar un piso, y diez minutos después bajar el dueño y decir que ya está alquilado, que se pueden ir todos a sus casas. Los alquileres son una locura por estudios de 10 o 15 metros cuadrados y, en ocasiones, con el aseo en el pasillo compartido con los vecinos. A pesar de todo eso, París es una ciudad increíble. No me canso de pasear por sus calles, probar nuevos restaurantes, aprovechar su oferta cultural…

Aunque sea un país vecino, ¿en qué se diferencia la vida laboral de Francia y de España?
Tras la carrera nunca tuve la oportunidad en España de dedicarme al mundo del turismo y, aquí, en menos de una semana buscando trabajo me estaban dando la oportunidad. Las condiciones laborales no tienen nada que ver con España. En los dos hoteles donde he estado de recepcionista he tenido contrato indefinido desde el primer día, los sueldos son más altos pero la vida también es más cara.

¿Qué perspectivas de futuro tienes?
En este momento mi principal prioridad es mi vida profesional, quiero aprovechar las posibilidades que me ofrece París en mi ámbito laboral para mejorar mi currículum y crecer en el mundo de la hostelería. Siempre he dicho que quiero volver a España, aunque no tengo una fecha prevista y no lo veo como opción inmediata, puesto que las condiciones allí todavía no son las más propicias.

Dado que te pilló muy cerca, ¿cómo viviste los atentados de noviembre? ¿Todavía hay miedo entre los ciudadanos?
Los atentados me pillaron más que cerca. Esa noche estaba cenando en casa con unos amigos que habían venido de España. Yo vivo a menos de 15 minutos andando del Estadio de Francia, donde estallaron dos explosivos, y durante la cena llegamos a escuchar uno de ellos, sin imaginarnos lo que era. Íbamos a salir ya por la puerta para ir al centro de París a tomar algo cuando empezaron a llegarme mensajes de mi familia y amigos de España para preguntarnos si estábamos bien. ¡Yo no entendía nada! Así que pusimos la televisión y nos dimos cuenta de la magnitud de la situación.
Al día siguiente yo tenía que ir a trabajar, era sábado, y puedo asegurar que nunca he visto el metro y las calles de París tan desiertas. En el trabajo también había un poco de tensión, cuando trabajas en el hotel más grande de la ciudad es inevitable pensar que puedes ser un buen blanco.
Actualmente los ciudadanos lo llevamos mucho mejor, pero puedo afirmar que a nivel de turismo ha afectado muchísimo, y son ellos los que, aun atreviéndose a venir, van con miedo.

¿Qué es lo que más echas de menos de España y de Yecla?
Soy una persona muy familiar y muy amiga de mis amigos, algo que afecta mucho cuando se está lejos. Me encanta salir con los amigos, las cenas multitudinarias sin ningún motivo en especial o las tardes en el campo con mi familia jugando al parchís. Así que echo mucho de menos las comidas familiares los fines de semana, la cerveza de casi todas las tardes al salir de trabajar (a un euro en vez de a cinco), cuando vas al bar de siempre porque sabes que encontrarás a alguien. Echo de menos el cocido de mi madre y las gachasmigas de mi padre, la primavera, que aquí no existe, y el verdadero verano, que aquí dura una semana o dos, si hay suerte.

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