>El año pasado Daniel Ortuño Centenero (Yecla, 1993) se graduó en Filología Francesa y Lingüística por la Universidad de Alicante. Tras haber cursado un Erasmus en Francia y prácticas en la Escuela de Idiomas, decidió probar suerte para ser profesor auxiliar de Lengua Española. Desde septiembre de 2015 trabaja en un instituto en Landerneau, en la Bretaña francesa
Claudia García
«»Trabajo 12 horas por semana y mi labor principal es la lengua oral española , así como la cultura hispánica»».
Además, también colabora veces con el profesor de Historia de España (algunos alumnos la cursan) y hacen ejercicios sobre la sociedad, la historia, la política o la cultura española. Al ser muy pocas horas, de vez en cuando Daniel da clases particulares de Lingüística o de español a franceses que, puntualmente, le llaman para que les eche un cable. Desde enero también cuida a tres niños de una familia bretona que vivió varios años en España y que quiere que practiquen nuestra lengua.
¿Por qué decidiste irte a Francia?
Ya había hecho prácticas de docencia y la verdad es que me gustaba bastante. Así que, en cuanto supe de esta convocatoria pensé en probar suerte, pues en España no tenía muchas oportunidades de empleo. Lo bueno era que, al ser un trabajo de pocas horas, me permitiría cursar un máster semipresencial de Traducción Institucional, a la vez que vivo en Francia y practico un poco más su lengua. Elegí este destino precisamente por eso, además de porque estoy enamorado de muchos aspectos del país (sus culturas, sus lenguas, así como de todos los rincones que ofrece).
¿Y tu adaptación?
La adaptación fue lo peor, llegué demasiado pronto, ya que pensé que necesitaría semanas para hacer todo el papeleo que me pedían (seguro, cuenta en el banco, contrato de trabajo, alojamiento, contratación de móvil e internet, etc.), pero como ya lo había hecho todo durante la Erasmus, me fue bastante fácil. También esperaba algo más grande y con más ambiente, por lo que las primeras semanas estuve algo solo y aburrido. No obstante, en cuanto empezó todo, enseguida conocí al resto de profesores asistentes que había en la región y empecé a tener planes los fines de semana.
¿Cómo es Landerneau?
La vida aquí es muy tranquila, vivo en una residencia del mismo centro donde trabajo, y la verdad es que lo tengo todo a mano. El problema principal es que no hay mucho ambiente, apenas hay un par de bares/cafeterías, aparte de un mini-centro comercial. Al principio, cuando no tenía móvil ni internet, iba con otros asistentes a coger Wi-Fi del McDonalds, ahora ni eso. Por el contrario, he de decir que en el pueblecito hay un montón de creperías típicas en donde hacen unas crêpes y unas galettes deliciosas. De hecho, es algo muy típico de Bretaña, una región de ensueño con muchísimas cosas para ver. Es algo que no tiene mucho que ver con la Francia que tenemos en la cabeza, la cultura celta crea una fusión que hace que sus paisajes, su gente, su arquitectura, etc. rompan con ese modelo que todos tenemos. Además, de aquí a Nantes, otra ciudad preciosa, hay ciudades y playas con mucho encanto de las que te quedas prendado, como Quimper, Concerneau, Vannes o Lorient.
¿En qué se diferencia la educación de Francia?
Lo que más me ha sorprendido es que se lleva mucho menos el estudiar. Los alumnos trabajan el contenido haciendo trabajos, exposiciones, resúmenes… Los que están en la Sección Europea tratan, en Historia de España, casi los mismos contenidos que nosotros. La diferencia es que ellos hacen folletos turísticos que luego presentan sobre las diferentes comunidades autónomas o los distintos países latinoamericanos. Lo que más me gusta es que los profesores titulares me dan mucha libertad para trabajar, en grupos reducidos, todos esos temas. Es realmente enriquecedor.
Otra diferencia abismal es el ritmo de trabajo y el respeto que tienen los alumnos, en general, por las aulas, sus compañeros y los profesores. Digo en general porque también hay excepciones bastante notables. Sin embargo, estoy más que contento con el instituto en el que estoy.
¿Qué perspectivas de futuro tienes?
Tengo casi tantos planes como letras tiene el abecedario. Lo que sí que sé seguro es que tengo que volver en mayo para una asignatura presencial del máster que estoy cursando y para presentar la memoria (el trabajo final de máster) de éste, además de que se me acaba el contrato. De igual manera, para poder ejercer en España necesito otro máster, el de Profesorado de Educación Secundaria, FP e Idiomas, así que, si no el año que viene, lo haría al siguiente. He dejado mi currículum en algunas agencias de traducción y en algunas universidades, ya que me encantaría poder estar de lector o de profesor asociado, pero creo que todavía tengo que completar algo más el currículum para aspirar a eso.
¿Qué es lo que echas de Yecla?
Mis amigos y mi familia se reirán de mí, pero sí, echo de menos muchas cosas. Principalmente el poder salir a cualquier hora y saber que encontraré una cafetería para tomarme algo con alguien, el ir a casa de mis abuelos a merendar y a hablar de la vida, las comidas familiares, la rutina… Y además de la gente, lo que más se echa de menos es la comida. ¡Lo que daría ahora mismo por un buen cocidico con pelotas de mi abuela María, un arrocico de mi abuela Virtudes, las gachasmigas de mi abuelo Paco o las buenas verduras y frutas que cultiva mi abuelo Vicente!
No obstante, he tenido la suerte de conocer a algunos españoles (y a varios de otros países) que hacen que me sienta como en casa. Podemos llevar a cabo (o inventarnos) alguna comida típica y presumir de alioli, de sangría, de tortilla de patatas, de Cola Cao o de paella ante el resto de erasmus o asistentes cuando nos juntamos en la ciudad principal (Brest).