Declaradas de Interés Turístico Regional en 1984 y Nacional en 2002, las Fiestas de la Virgen de Yecla emprenden ahora el camino en busca de la Declaración de Patrimonio de la Humanidad que concede la UNESCO.
Declaradas de Interés Turístico Regional en 1984 y Nacional en 2002, las Fiestas de la Virgen de Yecla emprenden ahora el camino en busca de la Declaración de Patrimonio de la Humanidad que concede la UNESCO.
Con tal fin, en octubre quedó constituida la Comisión Institucional para la tramitación de la solicitud a la UNESCO de la ansiada Declaración, promovida por el Ayuntamiento de Yecla, presidida por el alcalde Marcos Ortuño, y de la que forman parte el concejal de Cultura, Jesús Verdú, y representantes de los grupos municipales; el presidente la Asociación de Mayordomos, Francisco José Puche, el cronista oficial de la ciudad, Miguel Ortuño y el director de la Casa Municipal de Cultura, Liborio Ruiz, asesorados por técnicos municipales y representantes de la Universidad.
La catalogación que otorga la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) supondrá un gran reconocimiento y promoción internacional para las Celebraciones Patronales de Yecla, generando financiación para proyectos de conservación, procedente del Fondo para la Conservación del Patrimonio de la Humanidad.
De esta manera, cuando las Fiestas en honor a la Virgen del Castillo obtengan la ansiada distinción internacional pasarán a ser Patrimonio de la Humanidad los ancestrales episodios de la historia de Yecla en los que principalmente se sustenta esta tradición tricentenaria, nacida en julio de 1642 cuando una compañía de 61 yeclanos marchó a Vinaroz, mandados por el Capitán Martín Soriano Zaplana, para luchar en la "guerra de Cataluña", en la que finalmente no intervinieron debido al desarrollo favorable de la contienda. Tras regresar sanos y salvos decidieron subir al a dar gracias a María Inmaculada, patrona de la villa, haciendo disparar sus arcabuces durante todo el trayecto.
A pesar de los 374 años transcurridos, hoy se siguen reviviendo de idéntica forma aquellos principales momentos que han perdurado hasta la actualidad y que suponen la esencia patrimonial de las Fiestas de la Virgen al recogerse por escrito en las primeras Ordenanzas manuscritas que se conservan del año 1786.
Por eso entre todos los actos, cultos, desfiles y procesiones que tienen lugar cada año, destacan el Beneplácito (5 de Diciembre), cuando la soldadesca pide autorización al Ayuntamiento para poder disparar sus armas de arcabucería; la Alborada (7 de Diciembre), momento en el que se convoca a la soldadesca a las seis de la mañana, entre los primeros estruendos, para organizarse y dar comienzo a la Bajada de la Virgen entre cientos de arcabuceros que ascienden al Santuario del Cerro del Castillo para bajar a la Patrona hasta el altar mayor de la Basílica que lleva su nombre. O la procesión de la Virgen, (8 de Diciembre en la tarde), por las calles más céntricas de Yecla, envuelta esa tarde en la inmensa nube de humo que dejan a su paso los miles de disparos de arcabuz.
Mayordomos, pajes, clavarios, «tío de las Punchas», arcabuces, mechas, cantimploras y los miles de kilos de pólvora que se disparan en estos días, junto al resto de actos que se han venido incorporando a través de los años sin perder por ello ni un ápice de sus raíces históricas, constituyen también algunas de las mayores señas de identidad de un pueblo que mira al futuro más inmediato ilusionado con la idea que ya acaricia de que cuando la declaración de Patrimonio de la Humanidad se haga una realidad, Yecla compartirá con el mundo sus ancestrales y genuinas Fiestas de la Virgen.