Para todo hay una primera vez: el primer beso, el primer suspenso, tu primera colonia Chispas, tu primer concierto, tu primer San Isidro, tu primer día en el instituto… También en Navidad vivimos situaciones novedosas: el primer cotillón, la primera vez que Papa Noel se equivocó con la talla, la primera copa de sidra que nos hizo dar vueltas alrededor de la mesa o las primeras navidades en familia… política. Cabe la posibilidad de que todo salga bien pero puede también que intenten ponernos las cosas difíciles.
En cualquier caso, lo cierto es que esa primera cena navideña, esa primera gamba pelada en público, esa duda que nos inunda para elegir el tenedor adecuado en cada plato e incluso ese más vino, más vino, suponen siempre un generador de ansiedad considerable en los días previos.
Para disminuir mi desasosiego quise investigar si el concepto de familia existía ya en la Antigüedad clásica. Hablaban de familia pero no coincide con nuestra noción actual de la misma: el lazo que unía a las personas que pertenecían a la misma familia era exclusivamente la potestad de un pater familias. Sin embargo, para nosotros, la base de toda familia es normalmente el vínculo natural de consanguinidad o parentesco de sangre (cognación). También los romanos hablaron de familia política con el término de Afinidad, como el vínculo que une a un cónyuge con los parientes consanguíneos del otro. Existía afinidad, por ejemplo, entre uno de los cónyuges y los descendientes o ascendientes del otro.
Y llegó el día de la Nochebuena, la mesa puesta con la cubertería de plata que no había visto la luz desde hace más de treinta años, presión, las botellas de vino yeclano elegidas para que en cada plato existiera el correcto marinaje, más presión, sin olvidar que el plato principal, después de muchos años, iba a dejar de ser cordero, por mi condición de pescetariana, además de cuidar mi costumbre de abrir vocales y no pronunciar las eses finales para que me pudieran entender, evitando expresiones tan habituales como en plan, personas humanas, obviamente, para nada… tan utilizadas actualmente; también tuve en cuenta los temas en los que no me podía atrever ni a opinar por muy interesantes que pudieran parecer.
No me equivoqué: las criptomonedas se convirtieron en el tema central de la cena. Las nuevas generaciones conocen términos como activo digital, nfts, bitcoin y ‘exchange’ que oí muchas veces y saqué la única conclusión de que las grandes fluctuaciones de su precio en poco tiempo hacen que sean muy volátiles. El brindis inicial me empezó a destensar. La noche pasó, y la cena no terminó hasta que no llegaron los cafés con el ‘chorrico’ de licor o las infusiones de té Chai venidas directamente de India, después de habernos ofrecido mil y una veces, uvas, naranjas peras y ‘platanicos’, por si en nuestros estómagos aún cabía algo… Y la presión que llevaba soportando durante esos últimos días despareció ipso facto.
Hoy entiendo la familia como el lugar donde el individuo se siente cuidado, sin necesidad de tener vínculos de sangre o relación de parentesco directa. En ella encontramos abrazos sin pedirlos y besos sin buscarlos. No se equivocaron los romanos al utilizar el término afinidad. Sin lugar a dudas os invito a que añadáis a vuestro diccionario familia política. CORRECTO.