En esta vida siempre se ha valorado a las personas en función de sus capacidades, aptitudes o cualidades. Alguien deja de ser uno más del grupo en el momento que a tal individuo en particular se le añade un atributo permitiéndole ser diferenciado del todo común, homogéneo y repetitivo. Para ello será preciso por su parte una extrema dedicación, bien sea en el estudio, trabajo, esfuerzo, y siempre ante un arduo sacrificio, solo así se podrá lograr fama, dinero, posición, categoría o premio. En tanto, la masificada muchedumbre de gentes fluctúa como las olas del mar al vaivén de los vientos, siendo fugaz la complacencia y efímero sus resultados tras acabar acelerando la consecuente pesadumbre y melancolía que la dejadez en lograr una meta conlleva, o cuando menos la indiferencia ante el reto a vivir.
Pero aunque son pocos quienes los encaran, de no ser por esas gentes obstinadas en alcanzar un objetivo complejo y para una mayoría incapaces siquiera de visualizar, son solamente esos héroes anónimos quienes tras entrever la posibilidad de conseguir alcanzar un logro tras una penosa dedicación, entregados a un esfuerzo sublime como así ha sido a lo largo de la historia del hombre, primero cazando, creando objetos puntiagudos ideados para mejorar sus intentos, o adiestrando animales hasta entonces salvajes, dominando el fuego, pretendiendo volar como los pájaros, vencer enfermedades, y los mil y un avances de la ciencia y las técnicas, que en tantos otros casos desarrollaron habilidades y que tras sucesivas generaciones lograron poder perfeccionar, siendo en cualquier trance el tesón y empeño de unos pocos que renunciaron a vivir en una complaciente comodidad para lograr conseguir un beneficio común, como supusieron las conquistas en cualquier campo de las ciencias, las letras, el arte, la mecánica, la medicina, etc.
Aunque toda esta sucesión de acontecimientos enriquecedores que han ido dando forma al ser humano de hoy en día, con las prerrogativas y excelencias que nos han ido proporcionando esos héroes anónimos que dedicaron tanto tiempo de sus vidas en un silencioso y constante trabajo, eslabonando esa cadena de investigación inacabable hasta conquistar para provecho y disfrute de cualquier miembro de la conglomeración humana, aunque tristemente, todo estos avances continuados a lo largo de la historia se pueden ir al traste de la noche a la mañana ante la ocurrencia de unos políticos al querer valorar a todos a un mismo nivel, eliminando el esfuerzo y el sacrificio precisos sobre todo en los primeros años de instrucción, imprescindibles para en el futuro lograr alcanzar la excelencia o al menos un grado de formación y conocimientos, indispensables para hacer frente a la vida cualquiera que se precie a sí mismo en esta divergente humanidad con gentes de todas las leches.
En la pasada celebración de los premios SIETE DIAS YECLA, he presentido que un acto semejante de enaltecimiento y reconocimiento a personas e instituciones, merecedoras por su reconocida labor extraordinaria en cualquier área en consonancia con el bien común, se perderá para siempre como alguien no lo remedie, ya que ante el dilema educacional en perspectiva, en un futuro no podrá realizarse dicho acto tan encomiable al no existir nadie capaz de intentar siquiera soñar y esforzarse superando lo ordinario, simple o común. Los niños de generaciones futuras aprenderán en las escuelas, como exige una nueva ley de educación hecha por una camada gubernamental de auténticos pirulas y pirulos, asimilando solamente una rutina condicionada según el funesto parecer de incapaces e incompetentes, como así ratifican una legión de especialistas docentes pedagogos, y todos esos héroes anónimos que hasta ahora han logrado diversificar el mundo engrandeciéndolo, quedarán relegados a una sombría cronología que contarán a su manera los últimos que queden, como ya está ocurriendo con la Historia.