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sábado, 23 noviembre, 2024
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A LA VEJEZ, VIERUELAS

Hace casi dos siglos que Bretón de los Herreros estrenó en Madrid la comedia titulada “A la vejez, viruelas”. Ya desde hacia tiempo esta sentencia era una expresión muy castiza del habla popular, sobre todo tras aquellos años durante la gravosa epidemia de la viruela sufrida por tantos niños y con tantas muertes contabilizadas, al contrario de lo ocurrido con el Covid-19 donde la aun presente pandemia se ha cebado con los ancianos, al menos en el primer ciclo de su aparición, y este aforismo jugaba con la pícara sugerencia de que ya era poco lo que se podía esperar en la gravosa situación de ancianidad que no fuesen mas que dolencias y menoscabo, tristemente algo propio al final de la existencia de una mayoría de personas, tan distinto del buen pasar que de tal modo satisface hoy a nuestros mayores.

Decía Flaubert en una carta a Turguenev, que no les quedaba otra cosa en los últimos años de sus vidas que, “ver y soñar”, eran entrañables amigos y muy pesimistas ante la situación europea en aquella mitad del siglo XIX que les tocó vivir, tan semejante a nuestra actualidad, hasta con una guerra en Crimea por medio, como también hoy ocurre en Ucrania. Y es que la vejez trastorna de por sí a cualquiera, aun contando con la gran ventaja del subsidio que hoy se recibe para no tener que mendigar de los hijos o familiares cuando se alcanza ese gran logro como es cumplir muchos años, siendo la vejez algo que todos quieren alcanzar aunque nadie se regodea con titularse viejo.

En estos momentos, entre la guerra vigente, las huelgas por el descontrol de precios, las secuelas permanentes de la pandemia soportada, así como el desconcierto gubernamental que vive nuestro país, donde la mayoría de los jóvenes están desencantados de la realidad y el que mas y el que menos buscando un empleo de funcionario, y los impuestos por las nubes para hacer frente a gastos desorbitados originados por la incompetencia de los políticos de turno, así, podemos decir que el futuro de una generación hoy ya jubilada y que lo ha dado todo en su momento por conseguir la bonanza lograda tras la instauración de la democracia, visto lo visto, corroboramos que en estos momentos esa realidad pinta bastos. Así, a la vejez, viruelas.

Pero resulta que las generaciones de jóvenes actuales, a pesar del bienestar que disfrutan y la sapiencia adquirida, anhelan apuntarse demasiado pronto al gremio de pensionistas, cuando la mayoría de ellos todavía se encuentran aptos para crear riqueza, o dicho de otra manera, enteros para cualquier faena, y esto es algo que solamente puede ocurrir en países donde a la gente, llamada trabajadora, se le dificulta de mil formas esa inquietud creativa, emprendedora, laboriosa, diligente, obstaculizando su intención productora con trabas y gravámenes por todas las bandas.

De ahí que el aforismo, “a la vejez viruelas”, en estos tiempos ha perdido ya todo su significado, porque en la actualidad, esos viejos de generaciones pasadas que se consumían atizando el fuego en los hogares y languidecían apagándose como las brasas que removían en busca del calor que sus cuerpos precisaban cuando ya eran incapaces de generar, ahora, sin embargo, curtidos y vigorosos ciudadanos intentan por todos los medios ser incluidos en la cofradía de ancianos jubilados, al ser la corporación senil la única actualmente con capacidad de reunirse y manifestarse exigiendo mejoras y derechos, mientras los jóvenes coexistentes se muestran obsoletos e incapaces de movilizarse reclamando el derecho a desarrollar actividades donde puedan afianzar su personalidad, individualidad e ingenio, sin embargo se adocenan en el contubernio de las bonificaciones sobreviviendo al donaire de la sopa boba esperando la vejez, o cuando menos, un destino en la burocracia administrativa.

La bonanza en la que se ha situado la clase pensionista es mas que elocuente, siendo anhelada por las huestes jovenarias como agua de mayo, así que se deberá cambiar el dicho de “a la vejez, viruela” por el de “en la vejez, alcanzarás tus sueños”. Pero ¡ojo!, porque antes o después puede no haber recursos para tantos.

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