Para él y para todos los de su calaña, la Comunidad Autónoma de Murcia termina donde empieza el Altiplano
Luciano Fernando es uno de esos vecinos de Yecla con el que nunca quieres encontrarte. Desde que vive en Murcia nos hemos ahorrado el mal trago de saludarlo estrechando su mano, más flácida, empapada y resbaladiza que un manojo de espárragos en lata. Luciano Fernando se llama así por su abuelo materno y su tío Fernando al que siempre ha querido como a un padre. Y es que Luciano Fernando no conoció a su padre ya que falleció varios años antes de que su madre quedara embarazada, según la versión de su madre y su tío Fernando, con el que siempre se ha llevado su madre de maravilla.
De críos a Luciano Fernando le pusimos el mote de Luci-Fer para abreviar y porque ya apuntaba un carácter endemoniado. Mala sangre y malas pulgas. Nada en absoluto le parece bien. Siempre protestando. El espíritu de la contradicción. En especial cuando sale a colación el tema de Yecla y la yeclanía.
Para Luci-Fer no hay mayor desgracia que haber nacido en Yecla. A la menor ocasión suelta su discurso anti patriótico yeclano y se queda más ancho que el mismísimo Callejón Ancho. Por eso el día que decidió irse a vivir a Murcia fue el día más feliz de su vida.
Y de la nuestra. Porque sus dos mayores paranoias han sido siempre su obsesión por las películas de la ‘Guerra de las galaxias’ (hubo una época en que le cambiamos el mote de Luci-Fer por el de ‘Luc’ Skywalker, por lo de Luc-iano y porque se queda horas y más horas mirando al sky cada vez que se pasa de rosca con el Johnny Walker, su marca favorita de whisky, como esperando que entre las nubes descienda la princesa Leia, su amor platónico de toda la vida); su segunda pasión es su desbordante admiración hacia todo lo que tenga que ver con Murcia, los murcianos y la murcianía. O sea, Luci-Fer es un yeclano traidor, indigno, hereje y felón en toda regla.
Nunca le han gustado las gachasmigas. Es hematofóbico de nacimiento, por lo cual es alérgico a las pelotas porque llevan sangre y con el queso frito con tomate le entran los ardores de la muerte. Los tiros de arcabuz le provocan taquicardias, al igual que le dan ataques de pánico al verse rodeado de tanta gente en la Cabalgata de Carrozas. Hace unos años, durante la procesión del Domingo de Resurrección, le dieron un caramelazo que iba dirigido al ‘Diablico’ en el único ojo por el que medio se veía. Esa gota fue la que desbordó el vaso. Se empeñó en irse a vivir a Murcia y no paró hasta conseguirlo.
En la actualidad trabaja más feliz que una perdiz de guardia jurado en el centro de Murcia, en un disco-bar que se llama ‘La Taberna Galáctica’ vestido de soldado del Imperio. El pasado jueves 9 de junio, como todos los años, seguro que volvió a gozarla a lo grande celebrando el Día de la Región de Murcia. Como si lo estuviera viendo: Se podría hasta las asas hinchándose a zarangollo, michirones, pasteles de carne, paparajotes y demás delicias huertanas regadas con limones de Archena y vinos de Bullas, el único vino que bebe porque para Luci-Fer y todos los de su calaña la Comunidad Autónoma de Murcia termina donde empieza el Altiplano.