Mentiría si digo que conozco con pelos y señales a los 4.000 y pico seguidores que ya cuento en Facebook. En adelante FB. Sé de la vida, obra y milagros de una gran mayoría pero a otros muchos medio los conozco solo de vista, y poco más, y a otros tantos no tengo el gusto. Desde el primer momento en que aterricé en FB con el fin amplificar la difusión de estas ‘Crónicas yeclanas’ y el periódico SIETE DIAS YECLA, tuve muy claro que aceptaría a todo el mundo siempre que no se pasara de la raya ni entraría al trapo de broncas ni peleas callejeras que de vez en cuando saltan por estos lares. Para qué engañarnos, en las redes sociales interpretamos cada uno ‘La vida es bella’ mostrando solo momentos estupendos y estupendísimos. Me ocurre con FB como cuando sales un día a pasártelo bien y tienes la mala suerte de dar con un alma en pena a la que se le ocurre jorobarte la existencia contándote las preocupaciones, desdichas y pesares que la están mortificando. Por favor, si usted se encuentra con la moral por los suelos no salga ni a la puerta de la calle a amargarnos la vida a los demás.
Bastante tenemos ya cada uno con lo nuestro. Y por el mismo motivo a las redes sociales hay que venir llorado de casa para no amargar a nadie esa gran válvula de escape y sobre todo de distracción que es FB. Como mi abuela cuando se tiraba la tarde entera entretenida espiando tras la persiana a todo el que pasaba. Comunicarnos, hablar con unos y con otros es la única obligación que tenemos en esta vida. Hablar entre nosotros, porque no nos vamos a poner a hablar con las farolas o las paredes. Conversar entre risas es la terapia de grupo más sana y reconstituyente para mantener la sesera en condiciones. Y encima nos sale gratis, con perdón de los psicólogos y psiquiatras de pago. Si nos abriéramos más a quienes nos rodean nos sentiríamos inmensamente más felices que las perdices porque aprenderíamos que los problemas y altibajos que nos tambalean les sacuden igualmente a todo hijo de vecino. Me sacan de quicio los que, sin tener en apariencia ningún trastorno Severo Ochoa que se lo impida, nunca pronuncian ni tres palabras seguidas o hablan con la cabeza gacha, mirándote a la bragueta. Esa clase de seres humanos de la otrora humanidad a lo mejor se piensan que manteniendo la boca cerrada son más importantes. (Acabo ya porque hoy me toca a mí hacer la cena).
Concluyendo, dijo Nerón: Mejor mostrar en FB las cosas buenas que nos alegran la vida y echarnos unas risas pues para llorar siempre estamos a tiempo. La casa ardiendo pero el humo que no salga por las rendijas. La procesión, siempre por dentro. Las redes sociales ya forman parte de esa otra realidad paralela que cada vez es más real y menos paralela y que los bardos llaman el gran teatro de la vida. Sigamos, pues, actuando en el escenario infinito de FB. (Qué cosas más bonitas digo cuando me pongo). Nos seguimos viendo en los bares y en las redes. Y gracias a todos por aceptarme. Mucho gusto. El gusto es mío.