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sábado, 23 noviembre, 2024
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LA QUEMA DE LAS IGLESIAS EN YECLA EN 1936: TRES DÍAS ANTES

Juan Muñoz Gil

La situación en Yecla, previa a la quema de todas su iglesias, tras el segundo bienio negro o cedista y siendo alcalde D. Juan Pacheco, muy joven y elegido tan solo un mes antes de la debacle, y  las complicaciones a las que se enfrentaba en un entorno de odio e inquina sin precedentes en aquellos días, sin duda tuvo que ser un autentico calvario.

Cuenta Salvador Santa en su libro “UN ALCALDE EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA”, que:  “Sabía Pacheco a las dificultades a las que se enfrenta, como escasez de medios económicos, la dura y asfixiante situación social, el boicoteo de las clases mas altas, la dualidad de poderes que se avecina en un Ayuntamiento compuesto por socialistas, republicanos y el Frente Popular…”. Y Blázquez Miguel en su libro “ESPAÑA TURBULENTA” dice:  “Que el Sr. alcalde determina, cuando se habla de más de mil derechistas que han abandonado el pueblo, (entre ellos empresarios garantes de mano de obra), a dictar un bando de la Alcaldía rogando que vuelvan y que confíen en él garantizándoles protección, teniendo este asunto repercusión en toda la prensa nacional”.

Sin duda, esas buenas intenciones presagiaban una cierta normalidad a encauzar la vida local intentando sacar adelante la economía  totalmente desnaturalizada en el conflictivo segundo bienio republicano, pudiendo ser esta ilusionante situación  lo que llevó al arcipreste D. José Esteban Díaz, tres semanas después  de haber sido elegido el nuevo alcalde, a remitirle una larga y esperanzadora carta con fecha  12 de Marzo, diciendo: “Me creo en la obligación de darle una explicación por mi ausencia de Yecla (…) mi familia de Murcia me requería para su tranquilidad, pero que mi regreso sería breve (…) y he creído oportuno enviarle esta carta antes de regresar para que Vd. quede informado de mi pensamiento y proceder y haga de ella el uso que crea conveniente entre sus amistades y afines políticos. Puede leerla a ellos. Creo noblemente que en la conciencia de todos Vds. está bien diáfana mi gestión personal y ministerial en Yecla y que nadie abrigará rencores ni siquiera dudas sobre mi modesta persona (…) He estado siempre al lado del obrero, del necesitado, del pobre y afligido. He consumido en Yecla en estos cinco años mis energías y mis modestos ahorros en pro de los humildes y obras o empresas beneficiosas para Yecla en general. Mi interés y gestión perseverante en pro de los de abajo me ha llevado a concebir el magno proyecto de escuelas, cuyos planos tengo en mi poder ya autorizados por el Colegio de Arquitectos de Madrid, con un presupuesto de 100.000 pesetas, con lo cual por lo pronto podrían tener trabajo muchos obreros (…) y recibirían instrucción más de 200 niños de los barrios más necesitados de Yecla.  Igualmente, una Sociedad en proyecto con el solar ya adquirido y cuyo presupuesto no bajará de 150.000 Pts. cuyos ingresos se destinaran íntegros a enseñanza primaria y superior (…) Como Presidente de la Caja de Ahorros he dirigido al Presidente del Consejo de Ministros y recomendada al Ministro de Agricultura Sr. Ruiz-Funes, en súplica de un anticipo del Estado para resucitar la Caja, atender a los tenedores de libretas en sus reintegros y hacer préstamos a los obreros, pequeños propietarios y comerciantes y levantarla a su primitivo prestigio y solvencia.

He sido siempre defensor decidido del trabajador, hasta por condición temperamental, soy hijo de un jornalero y mis hermanos todos los son. Quizás mis ideas no sean compartidas por Vd. pero con estas ideas, dispares de las suyas, he defendido y defenderé siempre “ni tantos ricos tan ricos, ni tantos pobres tan pobres” ¡Que los trabajadores tienen derecho a más cultura, más higiene, mejor casa,  buena mesa (…) Cada vez que presencio una manifestación pública de trabajadores siento impulso de figurar en ella (…) Es mi deseo volver pronto a Yecla, pero cerrados los Templos, prohibido el culto, sin sonar las campanas, atemorizada la población, huidos los sacerdotes, sin libertad para ejercer mi ministerio ¿cree Vd. que puedo volver decorosamente? (…) Le ruego lleve a todos los elementos del pueblo y nada hagan de modo violento respecto a Iglesias, Enseñanza, Asilos etc. ya que entre personas cultas y libres todo es posible arreglarlo por vías legales y amistosas. ¡Ya es hora de que Yecla vuela a ser lo que debe, por cultura, por civismo!”.

Así acaba la carta, resumida por imperativo de espacio, y dos días después, el 14 de Marzo, le contesta el Sr. Alcalde: “Obedeciendo por mi parte a la circunstancia de los momentos y como medida de prudencia, no puedo por hoy modificar las órdenes en relación con el asunto que me interesa (…) Insisto en que el cierre de las Iglesias obedeció a denuncias presentadas ante esta Alcaldía que en las mismas se conspiraba contra el régimen. Y aun cuando yo nada pueda asegurar en esta cuestión, entendí procedente la medida adoptada en evitación de consecuencias, que somos los primeros en evitar. Firmado: Juan Pacheco.

Tres días después ardían toda las Iglesias de Yecla y pasados cuatro meses, comenzaba la Guerra Civil. Y fue al acabar dicha contienda cuando se ejecutan los proyectos de D, José Esteban Díaz, logrando que Yecla se pudiese transformar con su proyecto Cooperativo, de una ciudad prominentemente agrícola, en un emporio industrial reconocido mundialmente.

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