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viernes, 22 noviembre, 2024
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LLEGÓ EL MOMENTO, QUERIDA HIJA

Escribir es como desnudarse en público y perdonen si les he traido a la cabeza mi sobrecogedora imagen en paños menores

Llevo un año pensando en que llegaría este momento. Escribir es como desnudarse en público y perdonen ustedes si les he traído a su cabeza mi sobrecogedora imagen en paños menores. Nadie que escriba con más o menos asiduidad podrá negar nunca que lo hace pensando en quién leerá sus palabras y qué opinión le merecerán. Más ahora, que con las webs y redes sociales da aún más vértigo pensar en que las ocurrencias que escribimos alcanzan horizontes inciertos e inimaginables.

A día de hoy Llevo escritas y publicadas 1.170 ‘Crónicas yeclanas’ y esta va a ser la que más me cueste desembuchar. Cuando yo era muy joven nunca pensé que un día sería padre y años después el padrino de boda de mi hija. Pero llegó el momento y se lo quiero contar a todos. Desde que mi hija nos anunció su decisión de contraer matrimonio con un muchacho de Archena llamado Juan Antonio, en adelante y para siempre Juanan, he vivido con un nudo en el estómago pensando en qué podría yo escribir a sabiendas de que lo leería todo el mundo. Pensé en traer a esta página el poema “Palabras para Julia” de José Agustín Goytisolo que adaptó Paco Ibáñez y que le he cantado y recitado tantas veces a mi hija que al final entre ella y yo lo llamamos “Palabras para Hortensia”. (Mi hija se llama Hortensia, como su idolatrada yaya, por si alguien no lo sabe): “Tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja como un aullido interminable, interminable.

Te sentirás acorralada, te sentirás perdida o sola, tal vez querrás no haber nacido, no haber nacido. Pero la vida es bella, ya verás como a pesar de los pesares tendrás amigos tendrás amor, tendrás amigos. Un hombre solo, una mujer, así, tomados de uno en uno son como polvo, no son nada, no son nada. Pero tú siempre acuérdate de lo que un día yo escribí, pensando en tí, pensando en ti, como ahora pienso”. Y hablando de pensar, también pensé en traer a estas líneas algunos versos de amor de Benedetti, el poeta de referencia de mi hija, pero tengo que admitir que apenas he leído a don Mario. También podría cantarle a mi hija “blanca y radiante va la novia. Le sigue atrás un novio amante que al unir sus corazones, hará morir desilusiones”, pero mi hija tiene la suerte de ser tan joven que nunca habrá escuchado esa canción. Ni siquiera yo recuerdo quién la cantaba y solo recuerdo ese estribillo. Al final solo se me ocurre desear a mi hija toda la felicidad del mundo y que viva muchos años junto a su amadísimo Juanan. Porque el amor en pareja se hace más y más grande cuantos más tiempo y contratiempos somos capaces de superar juntos. Te quiero mucho, hija mía. De hecho no se me ocurre cómo querete más. La vida no es fácil pero no hay nada que merezca más ser vivido que la vida. Te deseo larga vida junto a ese muchacho de Archena con el que te has marchado lejos de casa para vivir más cerca de nosotros que nunca. (Y que no se olvide tu Juanan de seguir trayéndome limones cada vez que vengáis a vernos).

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