Contaba yo por aquí en el anterior número de este periódico que cuando llega la Semana Santa solemos rescatar los recuerdos de siempre, comentando las anécdotas que para toda la vida nos van quedando en la memoria cada vez que volvemos a escuchar las cornetas y tambores. Y este año no ha sido una excepción. El domingo de Ramos, o de Palmas, según a la iglesia que pertenezca cada parroquiano, el mismo amigo de siempre volvió a hacerme el mismo comentario de siempre. Ya he perdido la cuenta de cuántas veces le habré escuchado decir lo mismo por estas mismas fechas y en plan de sorna. “Es una faena que la Semana Santa se celebre en todas partes al mismo tiempo. Así nunca voy a tener la oportunidad de desplazarme a conocer otras Semanas Santas que se celebran en España y que dicen que son maravillosas”.
Mi amigo es un forofo de la Semana Santa de Yecla. Creo que ha estado participando toda su vida en ella desde crío hasta hace unos pocos años que por avatares de salud cedió su traje de capuchino y el cetro a sus hijos y sobrinos. Pero no se pierde ninguna procesión, ninguna. Es tanta su pasión cofrade que le gustaría cada año viajar a varias ciudades a la vez para conocer en vivo y en directo todas las procesiones que salen estos días a lo largo y ancho de la geografía nacional y que igualmente intenta seguirlas por televisión, procurando no perderse ninguna de las que retransmiten.
Llevado por su gran pasión semanasantera mi amigo me habla cada vez que coincidimos de Viernes de Dolores a Domingo de Resurrección, ya que durante esos días prácticamente no se le escucha contar otra cosa, de “La Madrugá” de Sevilla; la procesión del Cristo de Mena de Málaga, o de la Buena Muerte, que protagonizan los legionarios tras desembarcar en el puerto; la procesión de los Salzillos de Murcia; el Cristo de Medinaceli de Madrid; las procesiones de las Capas Pardas y del Cristo Yacente de Zamora; la Tamborada de Teruel… Y, por supuesto, las Tamboradas de Jumilla y Hellín. “Fíjate, con lo cerca que estamos y nunca he ido a verlas personalmente para que nadie me las cuente. ¡Y más ahora que la Semana Santa de Jumilla está declarada de Interés Turístico Internacional!”. Tengo que reconocer que si en alguna ocasión no he coincidido con este amigo al final acabo echándolo mucho de menos porque todos los pormenores que me repite año tras año sobre la Semana Santa de Yecla, y de las que le gustaría presenciar, me refrescan la memoria y me ponen al día en información pasionaria y semanasantera. Pero así es la vida. Mientras mi amigo se resista a abandonar Yecla durante estas fechas, y carezca del don de la ubicuidad para poder estar en todas las ciudades a la vez, tendrá que resignarse a ver solo la Semana Santa de Yecla. Aunque para mi amigo no supone ninguna desdicha sino más bien todo lo contrario. Conociéndolo como lo conozco, seguro que presencia cada procesión de Yecla como si estuviera viendo al mismo tiempo todas las procesiones de España.