Alfredo Ruiz López (*)
La sociedad actual, los avances tecnológicos, la sobreexposición a todo tipo de estímulos digitales, el sedentarismo, y otros factores externos, están llevando a nuestros hijos a una posición de apatía, conformismo y falta de ambición que les puede nublar un futuro que podría ser muy diferente al que al final acceden.
Cada día aumenta el número de enfermedades mentales entre nuestros jóvenes. La mayor parte de los jóvenes de nuestro entorno se están volviendo cada vez más frágiles ante el fracaso y la frustración sin ánimo de lucha y o superación; quieren las cosas en el momento y, a poder ser sin esfuerzo, el espíritu de lucha, superación, las ganas de mejorar, de ser mejor cada día que tenían nuestros padres, abuelos o nosotros mismos se están diluyendo como un azucarillo en un café… Y esto es algo que además desde la mayor parte de las instituciones no se combate de ninguna manera. Al contrario, se nos dice desde las más altas instancias que cada vez hay que trabajar menos, esforzarse menos, y recibir todos la misma recompensa. Tenemos una ministra de trabajo que es una auténtica analfabeta social, que pregona la ley del mínimo esfuerzo, trabajar poco y cobrar mucho, ese es el mantra que proclama, a su imagen y semejanza.
Se nos dice que todos somos iguales y que todos deberíamos recibir la misma recompensa, cuando eso es falso. Todos deberíamos tener las mismas oportunidades, eso sí, pero a partir de aquí las recompensas deberían ser para el que más se esfuerce y se lo trabaje, que es la teoría contrapuesta radicalmente al pensamiento gubernamental.
La práctica deportiva a edades tempranas puede resultar un antídoto contra el pensamiento establecido. El deporte proporciona todas esas carencias que poco a poco estamos perdiendo. El deporte es espíritu de superación, es espíritu de lucha, es rutinas de trabajo, es esfuerzo y perseverancia.
El deporte crea súper niños, porque a diferencia de los que no practican deporte regularmente, los prepara contra la frustración, porque de las derrotas se aprende, los prepara para ser tolerantes y respetuosos, porque en los éxitos, en las victorias hay que ser humildes. Los prepara para el día a día, les proporciona ese espíritu de lucha y sacrifico que da el entrenamiento rutinario cuando no me apetece, cuando las condiciones meteorológicas o de otro tipo no son las más propicias, en definitiva, nos da todo aquello de los que hablamos que se está perdiendo. En las escuelas deportivas, los profesionales del deporte, monitores, entrenadores, preparadores físicos, psicólogos deportivos, saben bien de este tema y son los encargados de orientarnos a nosotros y nuestros hijos en la práctica deportiva de manera correcta.
Los niños, los jóvenes que hacen deporte crecen, no solo más sanos, sino también más preparados para una vida futura llena incertidumbres, de frustraciones, de piedras en el camino y problemas por afrontar. Por eso me gusta pensar que son Súper Niños frente a todos aquellos que no practican ningún deporte.
Dice la Doctora Marian Rojas Estapé que los dispositivos digitales son ladrones de dopamina, esa hormona que denominan “de la Felicidad” porque todos estos dispositivos digitales nos afectan ala hora de segregar esta hormona de forma natural, que es la misma que segregamos al hacer, entre otras cosas, deporte regularmente. Hacer deporte, cualquier deporte, hace que segreguemos dopamina, de ahí nuestra sensación de bienestar. Así que hagamos deporte para tener una vida mas placentera, y lo más importante, llevemos a nuestros hijos a hacer deporte, iniciémoslos en cualquier práctica deportiva que les llame la atención…convirtámoslos en Súper Niños que sean capaces de superar retos y nunca cejen en su empeño de ser mejores día a día, de esta forma volveremos a tener una sociedad competitiva y mejor.
(*) Alfredo Ruiz López, es presidente del Yecla Club de Tenis